domingo, 28 de febrero de 2010
El viento
El Viento (Poema breve)
Toda la noche el viento
llamando a la ventana.
Sólo le abrí a la brisa
de la mañana.
Texto y foto: Carlos Osorio.
viernes, 26 de febrero de 2010
El habla madrileña. Con la B
Bacalá: la mejor parte de un negocio o de una pieza de carne.
Badanas: débil, sin carácter.
Balconear: cotillear desde el balcón
Baldonas: insultos
Bandearse: salir de un apuro
Bandera: algo extraordinario
Baranda: jefe/ amante/ tipo espabilado
Barbi: persona graciosa, que cae bien.
Barrena: loco
Bastes: dedos
Bastonero: empleado del salón de baile que separaba a las parejas para que no se apretujaran más de lo permitido.
Barniz: dinero
Bata: madre
Bato: padre
Bateo: bautizo
Batuces: padres.
(Del "Libro del casticismo madrileño" Angel del Rio. Ediciones La Librería)
La Farmacia de la Beata
Fundada hace siglo y medio en la calle de San Bernardino, 11, de Madrid, la farmacia de la Beata cuenta en su techo con un mural de Daniel Zuloaga. Zuloaga pintó a la diosa griega de la salud, Hygea, con sus símbolos característicos: la serpiente y la copa.
(De Hygea viene nuestra palabra: higiene)
Esta farmacia tiene su historia:
Perteneció a la familia de María del Sagrario, que nació en 1881 en el pueblo toledano de Lillo, donde su padre era farmacéutico. María estudió farmacia, siendo la única mujer licenciada en su promoción (en clase eran 84 alumnos y una alumna). Regentó la farmacia durante diez años y, por consejo de su confesor se metió monja. Al poco tiempo llegó a priora del convento de carmelitas. En 1936 las monjas fueron expulsadas del convento y María fue fusilada en la pradera de San Isidro. Fue beatificada en 1998. Esta es la razón de que la famacia se llame "De la Beata".
Foto: C. Osorio.
miércoles, 24 de febrero de 2010
Los murales de Daniel Zuloaga en el Salón Montano
Daniel Zuloaga y Boneta: Ceramista y pintor nacido en Madrid (1852-1921). Aprendió cerámica en París. Asistió a Clases en la manufactura de Sèvres. Ante la imposibilidad de hacer murales cerámicos en España, por falta de medios materiales, realiza tapices y pinturas al fresco. Finalmente consiguió montar un taller de cerámica en Segovia, en la antigua y abandonada iglesia de San Juan de los Caballeros (Hoy Museo Zuloaga. Si pasas por Segovia no te pierdas este alucinante museo).
Daniel, lo mismo que su sobrino Ignacio (que alcanzó mayor fama que su tío), adquirieron varios monumentos en ruinas con intención de restaurarlos, en una época en que el patrimonio histórico estaba abandonado a su suerte.
De Daniel son los murales cerámicos de la Escuela de Minas y la decoración del Palacio de Velázquez.
Los murales del salón Montano (C/ San Bernardino, 3, Madrid) decoran los techos y representan escenas de músicos tocando sobre las nubes. Están pintados al óleo sobre tela pegada a los techos.
Fotos: Carlos Osorio.
El Salón Montano
Una sala de conciertos del XIX: Paralelamente a la fabricación y venta de pianos, los Hijos de Montano establecieron una sala de conciertos a la que llamaron “Salón Montano”. Esta sala conserva sus valiosos murales, las columnas y las taquillas de venta de entradas. Actualmente es una buena tienda de decoración: “Rústika” (C/ San Bernardino, 3) cuyos dueños han cuidado y restaurado a sus expensas este valioso legado cultural.
Los murales son del gran pintor y ceramista Daniel Zuloaga (tío del pintor Ignacio Zuloaga) La mayoría están hechos al óleo sobre lienzos pegados al techo. También hay unas pinturas de estilo pompeyano sobre pared y un tapiz.
Las bonitas taquillas, hechas en madera y hierro, están pintadas de blanco y pueden verse al entrar en la tienda.
Fotos: Carlos Osorio
martes, 23 de febrero de 2010
La Fábrica de Pianos Montano
Había oído hablar de esta antigua fábrica, de la que nadie parece saber gran cosa. Ni siquiera existen estudios o investigaciones históricas sobre una institución musical tan importante en el Madrid decimonónico. Pues bien, como un sitio así no merece caer en el olvido, me he acercado al lugar donde estuvo la Fábrica de Montano, en la calle de San Bernardino nº 3 con vuelta a Dos Amigos nº 4 (justo detrás del Edificio España).
La otra fábrica madrileña de pianos del XIX fué Hazen, creada en 1814 por el holandés: Juan Hazen Hosseschrueders, que estuvo cerca de aquí, en Fuencarral y hoy continúa en la calle Arrieta, aunque ya no fabrican pianos.
viernes, 19 de febrero de 2010
Café de Oriente
jueves, 18 de febrero de 2010
Casa Paco
Casa Paco, en Puerta Cerrada, es una de nuestras tabernas más añejas y carismáticas. Abierta en 1870, fue reformada en 1933. Francisco Morales, Paco, era un castizo jovial y genial que aficionó a Hemingway y Ava Gardner al buen vino de Valdepeñas y a los pepitos de ternera (todavía reciben el vino de las mismas bodegas Antonaya y siguen siendo expertos en buena ternera). Paco revitalizó la tradición del Entierro de la Sardina, que partía de la puerta de su tasca, como ilustra esta foto de los primeros años 80.
Tras el precioso mostrador de nogal labrado, los mozos, vestidos a la usanza de la tabernería clásica, despachan chatos de Valdepeñas y pinchos de queso o chicharrones.
Foto 1: C. Osorio
Foto 2: Luis Agromayor.
miércoles, 17 de febrero de 2010
El entierro de la sardina
Al término del Carnaval, llegaba la época de abstinencia, la cuaresma, en la que no se podía comer carne. Por eso, en el siglo XVIII llegó a Madrid un cargamento de sardinas para abastecer los mercados, con la mala fortuna de que el pescado, a causa del largo viaje en los carros, estaba que daba pena verlo y aún más olerlo. Las autoridades ordenaron que se enterrasen aquellos pescados en la Casa de Campo. El pueblo madrileño, que estaba de cachondeo por las calles, decidió acompañar el "cortejo fúnebre" y mientras los operarios enterraban el pescado la gente bailaba y bromeaba. Se lo pasaron tan bien que al año siguiente repitieron la ceremonia y enterraron una sardina junto a la fuente de la Teja (hoy desaparecida).
Esta es la hipótesis más extendida sobre el origen de la tradición. Según otros autores, lo que se enterraba era un costillar de cerdo, que en el lenguaje coloquial se denominaba "sardina" y con ello se quería simbolizar la prohibición de comer carne.
Durante el franquismo se prohibieron las fiestas populares y, entre ellas, los carnavales; sin embargo Francisco Morales, el dueño de la taberna Casa Paco logró un permiso para celebrar el entierro de la sardina. Así, tal día como hoy, miércoles de ceniza, un grupo de madrileños se reunía junto a Casa Paco vestidos con capa y sombrero, e iban en peregrinación hasta la Fuente de los Pajaritos, en la Casa de Campo, donde entre bromas, cánticos y tragos de la bota de vino, enterraban a la sardina. Todavía hoy continúa esta curiosa tradición, protagonizada por "La Alegre Cofradía del Entierro de la Sardina"
Cuadro: El Entierro de la sardina. Goya.
viernes, 12 de febrero de 2010
Moviéndonos, conseguimos cosas
miércoles, 10 de febrero de 2010
Antonio Sánchez
Conocí esta fabulosa taberna, la más representativa de nuestras tabernas históricas, en los años setenta. Aún existía la costumbre de aceptar meriendas de la calle. Los vecinos se traían su pan y su chorizo y pedían su media frasquita de vino. Todo el mundo hablaba con todo el mundo, una buena tradición de las tascas madrileñas. Lola, hermana de Antonio Sánchez hijo, regentó el negocio hasta 1979, año en que se jubiló Tasio, el encargado.La taberna estuvo en un tris de desaparecer. Afortunadamente, algunos madrileñistas geniales como Luis Carandell, José Luis Pécker y otros, unieron sus esfuerzos y lograron su reapertura. Hoy la regenta Curro, que ha sido torero antes que tabernero.
La taberna de Antonio Sánchez fue primero una bodega y en 1830 se convirtió en taberna. En 1870 perteneció al picador Matías Uceta “Colita”. Más tarde pasó a manos del diestro Cara Ancha. En 1884 la compró Antonio Sánchez Ruiz, un entrador de vinos natural de Valdepeñas.
En la propia taberna nació su hijo Antonio, quien de niño jugaba al toro en la vecina plaza de Tirso de Molina. La afición del joven Antonio le llevó a tomar la alternativa en 1922, de la mano de Ignacio Sánchez Mejías. La cabeza del toro de su alternativa, llamado Fogonero, se halla disecada junto a la puerta de la entrada.
El torero Antonio Sánchez fue un valiente y terminó como un queso Gruyere, con nada menos que veinte cornadas. La última, en 1929, le dejó postrado durante 26 meses. Como el convaleciente no podía estarse quieto, comenzó a pintar. De ahí su amistad con el pintor Zuloaga, quien por cierto hizo en esta tasca su última exposición.
Dicen que Antonio Sánchez no llevaba nunca dinero encima. El tabernero torero y pintor era tan popular que en todas partes le invitaban. Antonio nunca se casó. Desde que murieron sus padres, decidió vestir siempre de negro.
La gran personalidad de Antonio atrajo a sus tertulias a gente como Pío Baroja, Sorolla, Marañón, Julio Camba, Vázquez Díaz y Cossío.
En el sótano hay unas enormes tinajas de barro de Colmenar de Oreja. Para poder introducirlas, hubo que horadar la calle y hacer una rampa hasta el sótano.
Durante mucho tiempo se vendió un vino especial que llamaban “de la cuba del francés” y que se extraía de una de las grandes tinajas de la cueva, la que lleva el número seis. Cuenta la leyenda que, en plena guerra de la independencia, los vecinos mataron a un soldado de Napoleón. Para evitar represalias, lo escondieron en una de las cubas de vino que, a partir de entonces, adquirió un “bouquet” extraordinario. Y es que los franceses siempre han tenido mucha mano para hacer buenos vinos.Antonio Sánchez está en la calle Mesón de Paredes nº 13. (Metro Tirso de Molina)
Cierra los lunes.
Foto 1: C. Osorio
Foto 2: J. C. Siegrist
martes, 9 de febrero de 2010
Las mil y una noches
Foto: C. osorio.
domingo, 7 de febrero de 2010
La pila de Santo Domingo
Santo Domingo de Guzmán nació en 1170 en Caleruega, Burgos. La pila de dicha iglesia de Caleruega ,en la que fue bautizado el santo , fue llevada por Felipe III a Valladolid para bautizar a su hijo Felipe IV. Labrada en piedra blanca, fue revestida de plata con adornos de oro que representan las armas reales y escudos de la orden dominica. Desde entonces es tradición que los miembros de la familia real española sean bautizados en esta pila, que todavía se sigue llevando a la Zarzuela cuando nace algún hijo del Príncipe o de las Infantas. De Valladolid, la pila vino a Madrid, al convento de Santo Domingo. Aquí permaneció hasta que en 1869 el convento fue derribado. En 1879 se hizo un nuevo convento en la calle de Claudio Coello nº 112. El nuevo convento, obra de Vicente Carrasco, es el destinatario actual de dicha pila bautismal.
Río arriba.
Uno de mis paseos preferidos es el que comienza en Somontes y termina en la presa de El Pardo, siguiendo el curso del Rio Manzanares.
No hace falta coche para llegar hasta allí, puede llegarse en bici o en bus (el 601 sale de la plaza de Moncloa)
En la parada de Somontes, bajamos unos metros hasta el rio y caminamos rio arriba. Pasamos bajo el puente de la via. Bordeamos luego el pueblo de El Pardo. Al llegar al puente que cruza el rio y sube hacia el Cristo del Pardo, cruzamos dicho puente y continuamos por la margen izquierda del rio. Seguimos hasta la presa. Luego retrocedemos cien metros por el mismo camino y cruzamos un estrecho puente para volver por la margen derecha del rio. Si a mano viene, nos podemos tomar algo en El Pardo y volver desde allí, o bien continuar hasta el punto de partida.
Fotos: C. Osorio.