sábado, 20 de septiembre de 2008

Retiro nocturno


Al anochecer, cuando el cielo aún conserva sus azules oscuros y las copas de los árboles se deshacen en una niebla verdescente con la ardora eléctrica de las farolas, pasear por El Retiro es una de las cosas más reconfortantes que puede uno hacer en esta enloquecida urbe.

Pasear al final del día fue siempre un bálsamo para la mente. No es fácil encontrar tiempo para este tipo de paseos, pero si tienes la suerte de poder dártelo alguna vez, te reafirmas en la idea de que salir no es necesariamente ir a consumir algo.


Foto: (c) C.Osorio

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta entrada sobre paseos vespertinos tiene muchísima miga.

Ritmo frenético, falta de tiempo, consumismo obsesivo.

Dientes del Leviatán que nos devora.

Ardora ... ¿Cuántos saben qué es eso?
Es como la Vía Láctea, ahora hay que acampar muy adentro del desierto para verla.

Anónimo dijo...

Rectifico:
Acabo de ver la Vía Láctea.
08/09/23 23:a-few-minutes (UTM+1)
Y no estoy en medio de un desierto precisamente, sino en el feraz Val da Amahía, fértil en urbanizaciones y chaletes adosados.
Esto traquiliza muchísimo, porque anda por acá el agorero mister Stephen Hawking diciendo que se va a acabar el mundo. Eso se dijo "toda la vida".
No es que haya que dormirse en los "loureiros", pero la Vía Láctea se ve (sin nubes ni luna, claro, como "toda la vida").