domingo, 5 de abril de 2009

Muñoz Molina y la botánica


Casi todos los artículos de Antonio Muñoz Molina en El País de los sábados son una delicia, pero este artículo sobre la botánica me ha parecido extraordinario.
Entresaco uno de sus párrafos:
"La historia natural es un antídoto saludable de los desastres y las idioteces y las crueldades sin nombre de la historia política. En plazas innumerables de ciudades hay estatuas, ecuestres o no, de matarifes y de dementes, de impostores, de ladrones, de parásitos, de canallas, de fanáticos congelados en aspavientos de bronce: las estatuas del Botánico honran a hombres sabios que dedicaron sus vidas a la tarea provechosa y tranquila de estudiar las plantas."
Puedes leer el artículo completo aquí:

2 comentarios:

Mercedes dijo...

Efectivamente, el artículo es una delicia. Lo que dice y ¡cómo lo dice!

Me sigue gustando mucho Muñoz Molina, pero es que hubo un tiempo en que le adoraba, aún guardo artículos de su primera etapa en el País, hace muchos años. Como ahora, contaba sus impresiones sobre alguna obra de arte, una exposición, un museo... y daba su visión tan personal.

Luego se fue al ABC, también le leí, al menos al principio, pero no se porqué (o quizá sí) no me parecía el mismo. Luego hizo "las Américas", tuvo algún cargo público (Instituto Cervantes)...

Me alegré un montón de su vuelta al País porque aquí, los sábados, ha recuperado aquella forma de ver el arte y contarlo que tanto me gustaba. Como dice el título de uno de sus libros, es "Pura Alegría", la de la lectura.

karlinski dijo...

Esa idea está en toda la obra, y la vida, de Ernst Jünger.
El libro donde la refleja de manera más clara -o menos oscura- es en Los Acantilados de Mármol.

Ernst Jünger es un gran sabio del siglo XX, aunque mucha gente lo entiende mal, como sucede con todos los sabios.

Antes de leer a este "visionario" es indispensable dejar a un lado todo tipo de adoctrinamiento escolar y/o mediático ...
... Sano hábito que sería conveniente practicar cada mañana al levantarse, antes y después de cada telediario y siempre que se vaya a comulgar con las ruedas del molino.