Madrid, la casa de todos y la ciudad de ninguno.
Da igual que usted haya venido a Madrid siendo niño, que aquí haya vivido la mayor parte de su vida y aquí haya desarrollado toda su importante labor, política, literaria, científica, o de cualquier otra naturaleza, y que a día de hoy sea usted un personaje famoso y reconocido por la sociedad. En el momento en que usted se muera, reclamarán sus restos mortales en el pueblo donde usted nació, y aquella casita medio en ruinas donde usted vino al mundo se convertirá en un museo dedicado a su memoria, y la plaza del pueblo pasará a llamarse igual que usted, y su tumba será lugar de peregrinación. Ahora bien, en Madrid, donde usted ha pasado casi toda su vida y ha desarrollado toda su obra, ni casa museo, ni tumba, ni plaza, ni homenaje, ni memoria. Esa es, salvo raras excepciones, la realidad, y no solo para los madrileños de adopción, sino también, en muchos casos, para los nacidos en Madrid. A modo de ejemplo, contaremos que en 1841 se hizo un primer intento de crear en Madrid un p...