martes, 31 de enero de 2017

Callos a la Madrileña



Callos a la madrileña

Ingredientes (4 personas): 
1 Kg. de tripa 
500 grs. de morro 
1 manita (de cordero, cerdo o ternera) partida 
1 cebolla
3 dientes de ajo 
2 chorizos 
2 morcillas 
1/4 Kg. jamón serrano 
4 tomates maduros 
1 hoja de laurel
Sal 
1 cucharón de aceite de oliva
1 guindilla 
2 cucharadas de harina
1 pizca de pimienta blanca 
1 cucharadita de pimentón dulce

Para el caldo:

1 hueso de jamón 
4 puerros
5 zanahorias 
2 tomates maduros 
1 hoja de laurel
2 clavos
10 granos de pimienta negra 
Sal.

Preparación de la Receta Callos a la Madrileña:

Paso 1: Se limpian los callos, morro y manita y se ponen a hervir en una olla con agua y vinagre, para limpiarlos bien a fondo.
Paso 2: Mientras tanto, se limpian las verduras y se prepara un caldo con los ingredientes arriva señalados. Una vez ha hervido durante 1/2 a fuego máximo, se añaden los callos, morro y la manita y que hiervan durante un buen rato.
Paso 3: Se corta la cebolla en juliana, los ajos en láminas, el jamón en taquitos, el tomate se ralla.
Paso 4: Se prepara un sofrito en la cazuela donde va a hacer los callos, con la cebolla, los ajos, la hoja de laurel y la guindilla, a fuego lento y con aceite de oliva. 
Paso 5: Cuando ya estén pochaditos y empiecen a dorarse, se añade el pimentón dulce y antes de que se queme, se añade el tomate rallado y los tacos de jamón, hasta que el sofrito esté terminado. 
Paso 6: Luego se sacan los callos del caldo, se escurren los callos, morro y manita del caldo y lo añadimos a la cazuela con el sofrito: la mano de cordero partida, los callos o tripa y el morro a cuadritos, del tamaño del que suelen ser los callos.
Paso 7: Luego se parten las morcillas y los chorizos en ruedas y se añaden también al guiso.
Paso 8: Se dejan cocer a fuego lento durante 1 hora. Tienen que quedar muy blanditos, que se deshagan.
Paso 9: Por último, se cogen las zanahorias, puerros y zanahorias del caldo y se pasan por el pasapurés, añadiéndolo al guiso, junto con un poco de caldo. Si durante la cocción hiciera falta más líquido, se va añadiendo caldo.
Paso 10: Si se desea hacer los callos con garbanzos, añadiremos un kilo (que tendremos cocidos con antelación) cuando le falten 20 minutos, para que cueza todo junto.




lunes, 30 de enero de 2017

Iglesia de la Buena Dicha



Malasaña alberga uno de los edificios religiosos más originales de nuestro país: la iglesia de la Buena Dicha. Situada en la calle de Silva, entre la plaza de la Luna y la Gran Vía, fue construida en 1913 por el carismático arquitecto Francisco García Nava.
García Nava realiza una combinación sorprendente de estilos arquitectónicos y decorativos entre los que predominan el neomudéjar y el modernismo, pero también recurre al neoárabe y el neogótico.

El templo cumplió hace poco los cien años de existencia, pero la historia de la Buena Dicha se remonta al siglo XVI, cuando en este mismo lugar se fundó el Hospital de la Buena Dicha, regido por una hermandad benéfica.


En 1594, el abad del monasterio de San Martín, Fray Sebastián de Villoslada, fundó el Hospital, instituyendo una Hermandad formada por 12 sacerdotes y 72 seglares, encargados de acoger a las personas necesitadas y sin recursos. Junto al hospital se construyó una sencilla capilla. En el siglo XIX, los hermanos de la Buena Dicha se distinguieron atendiendo a los heridos y fallecidos durante las jornadas sangrientas del 2 de Mayo de 1808. En el cementerio del hospital, cuyo ciprés permaneció en la calle Libreros hasta el siglo XX, fueron enterradas provisionalmente Manuela Malasaña y Clara del Rey. Durante el siglo XX el culto de esta iglesia estuvo a cargo de los frailes de la orden de la Merced. Hoy, la hermandad de la Concepción y la Buena Dicha continúa con las obras de misericordia atendiendo cada día a unos 500 necesitados.

A finales del siglo XIX, tanto la iglesia como el hospital fueron derribados. En su lugar se construyó el templo que hoy tenemos, junto con un edificio de viviendas para los frailes mercedarios que mantiene la línea artística de la fachada.


Vamos a comentar algunos de sus elementos artísticos. En el interior nos sorprende una original bóveda de crucería califal.


Entre las obras de arte destaca un retablo modernista del escultor gallego Urbano Parcero que alberga la pequeña imagen de la Buena Dicha, del siglo XVI.
Otro retablo historicista, en el lado del evangelio, perdió sus esculturas en 1936, siendo sustituidas por otras en la posguerra.


La portada principal destaca por la mezcla de estilos gótico, mudéjar y califal. La fachada es de ladrillo con elementos pétreos y apliques ornamentales de cerámica.
El pórtico lo forman tres arcos de herradura angrelados, sustentados por columnas de piedra con capiteles del gótico Tudor. El cuerpo central de la fachada está decorado con una gran vidriera modernista sobre la creación del mundo que ilumina el coro.


La torre de la derecha alberga el secreto mejor guardado de esta iglesia: una capillita, que custodia la Virgen de la Misericordia. Esta talla, de comienzos del XVI, estuvo situada en la fachada del antiguo hospital de la Buena Dicha. Santa María, con expresión de dulzura, protege con su manto a los fieles. Una talla gótico-renacentista madrileña con un encanto extraordinario.

Fotos: C. Osorio
Datos: Libro "Iglesias de Madrid" Carlos Osorio. Ediciones La Librería.


domingo, 29 de enero de 2017

Visita Guiada. Tabernas del Barrio de Las Letras



Visita Guiada: Tabernas del barrio de Las Letras.


Sábado 4 de Febrero de 2017 a las 10:30 horas. 

Cita: Puerta del Sol, junto a la estatua del Oso y el Madroño.

Conoceremos de cerca la historia de tabernas centenarias como El Abuelo, Casa Alhambra, Las Bravas, Villa Rosa, Viva Madrid, La Cervecería Alemana, Casa Alberto…siguiendo la ruta establecida en mi libro “Tabernas y tapas en Madrid”. Visitaremos una institución gastronómica llena de arte, de historia, y de anécdotas: Lhardy, el pionero de los restaurantes elegantes, de1839. Hablaremos de las tabernas, botillerías y cafés que frecuentaron los escritores. Nos sorprenderemos con la vida de los taberneros, el porqué de la decoración de las tascas y el instrumental característico del oficio de la tabernería. Recordaremos la función social de estos locales donde se reunían los naturales de cada provincia, los gremios, las peñas, los flamencos, los toreros. Hablaremos de cocina madrileña y de la historia de las tapas, mencionando los mejores sitios, clásicos y recientes, para el taberneo en esta zona.

Duración:  2 horas y cuarto. Precio: 10 €
Para apuntarte solo tienes que enviar un correo a : osorio1958@gmail.com con tu nombre-s y teléfono, o bien un whatsapp con tu nombre-s al 697 419 673.




sábado, 28 de enero de 2017

El pan es sano, es rico y apenas engorda.





Las siete de la mañana me pillan revisando datos deprimentes. El consumo per cápita de pan fue el año pasado de 35 kilos, un 2,1% menos que el año anterior, y así todos los años, cada vez comemos menos pan. Menos de cien gramos al día, apenas una rebanada. Nos gastamos 85 euros al año en pan, 23 céntimos al día. ¿qué nos está pasando?, ¿por qué comemos tan poco pan?

Me gustaría despertarte ahora, tostar este pan que amasaste ayer, raspar sobre su superficie un tomate de invierno o dejar caer sobre mi rebanada miel o aceite o mermelada de moras. Recordar de nuevo esos versos ateos de Ángel González: 

Si yo fuese Dios/ y tuviese el secreto,/ haría un ser exacto a ti;/ lo probaría/ (a la manera de los panaderos/ cuando prueban el pan, es decir:/ con la boca). 

Pone uno la palabra “pan” y los efectos especiales de la película de la memoria se desencadenan a todo trapo: dorados campos de trigo, hornos de leña perfumando el aire, hogazas calientes, molinos de viento, masa fermentando tras ser amasada por un forzudo panadero rural o por ti, Jessica Lange y Jack Nicholson echando un polvo enharinado sobre la gran mesa de la cocina, un montón de palabras saliendo de la Biblia con la voz de Charlton Heston y convirtiendo el pan en lo más sagrado. Pero “El pan nuestro de cada día” es cada vez menos, ya “no sólo de pan vive el hombre” porque entras en el supermercado y el pan ocupa un espacio pequeño, anodino, seudoartesano. De alimento sagrado  ha pasado a ser alimento maldito (el burdo rumor dice que engorda y alguna otra infamia).


El pan no engorda, lo que engorda es nuestro estilo de vida.

Hoy sabemos hacer muchas cosas sofisticadas y tenemos guisotes tecnoemocionales, thermomix, microondas, máquinas de vacío, ultracongeladores… pero hemos olvidado cómo se hace el pan, ¿nos hemos vuelto idiotas? 
Cualquiera que se meta, siquiera por encima, en la crujiente superficie de nuestra historia, en la miga del mundo descubrirá la inmensa importancia que ha tenido este alimento a lo largo de miles años, imperios, guerras, exilios, tristezas… aunque hoy a nosotros, a los saciados y obesos del occidente rico, nos parezca apenas un complemento que se extingue de las mesas, una fruslería tonta, un objeto decorativo que a veces pellizcamos distraídos mientras nos traen lo que creemos que es la verdadera comida. Qué tontos. La ciencia de hacer pan es nuestra gran cultura colectiva emancipada de los caprichos de la caza y la intemperie.

Ya se ha olvidado pero en este país había miles de tahonas que perfumaban las mañanas de los pueblos, cientos de molinos de agua o viento que fabricaban harina, decenas de variedades de cereales autóctonos ya extinguidos, innumerables recetas para hacer pan. A los niños de hoy les parece un cuento o una leyenda remota pero en muchas casas había hornos de barro en los que las mujeres obraban el milagro con recetas que se habían mantenido inalterables durante miles de años. La España vacía mantuvo estos hornos artesanales hasta hace pocas décadas. La España urbana de principios de los sesenta, el desarrollismo y la entrada de España, con décadas de retraso, en la sociedad de consumo, trajo bienestar, incrementos de la renta familiar, nuevas posibilidades laborales y de consumo. Apareció y se generalizó la bollería industrial, el pan de molde, las fábricas de pan con procesos fabriles, el “pan barato”. Siguieron sobreviviendo muchas tahonas tradicionales que, además de seguir haciendo pan, eran utilizadas por las vecinas para cocer magdalenas y bollos caseros hasta que la competencia se hizo insostenible.

En paralelo cambió de forma radical la dieta de las familias y el pan pasó de ser un alimento básico en la mesa y en todas las comidas del día y un ingrediente fundamental de muchas sopas y guisos, a ser un mero complemento cada vez más secundario. El consumo per cápita de pan no ha dejado de bajar desde entonces y este alimento, durante miles de años vital, básico, rico y equilibrado comenzó a etiquetarse de pesado, anticuado y engordador. Por si fuera poco la industria panadera quiso aumentar el beneficio abaratando la producción y apareció la negativa revolución de las masas congeladas y precocidas, aparecieron por todas partes las llamadas “boutiques del pan”, con panes en apariencia diversos y apetecibles pero que en realidad eran sosos, secos e incomibles pasadas unas pocas horas. Hoy nos hemos acostumbrado al pan de gasolinera o de la tienda china o al del supermercado.


Igual con el resto de la comida (o la política o el amor), unos hacen trampas con engrudos y salsas y se creen grandes artistas decó, otros venden basura a precio de oro y la venden toda cada día y se hacen ricos.
Pero hay más cultura, política y amor en la hogaza de pan que amasaste ayer y hoy desayuno que en la biblioteca entera de libros pirateados que atesora tu vecino en su Kindle. Así que ahora sueño con eso, con volver a ser libre. Volver a hacer pan. Recuperar su ciencia, sus técnicas, sus secretos. De nuevo soberanos, artesanos. Por eso me gustan tanto tus manos. No puedo dejar de repetirlo y escribirlo aquí. Unas manos que saben hacer pan pueden hacer cualquier cosa. Hacer realidad los sueños de hoy que son los mismos de siempre de ¡pan y libertad!, amasar las caricias más precisas, tocar las cosas que merecen la pena del mundo, dar forma a todas las palabras, inventar de nuevo el apetito y el hambre sin su miedo, la cocina de la memoria, lo sagrado sin dioses, la risa satisfecha de quién come y se asombra por algo tan sencillo y tan nuestro, de la humanidad entera: el pan. Debería decir cuando despiertes, plagiando a Ángel González, que “estas muy rica, como pan recién hecho”, pero sólo lo escribo. Te veo hacer el pan y aprendo, recuerdo, amaso luego yo mismo. Recuperamos de la casa en ruinas de mis abuelos un antiguo horno de pan. Media esfera grande de arcilla cocida tosca que ha resistido guerras y olvidos. Todo un tesoro.

Cuando te despiertes besaré de nuevo tus manos manchadas de harina y risa. Acariciaré tus manos como hacían los antiguos con las diosas benefactoras que les daban lluvias a tiempo, soles suaves, lunas templadas y por fin dorado trigo: pan.


Extracto del artículo de Ramón J. Soria





jueves, 26 de enero de 2017

Bar El Rosado



El Rosado: un bar con encanto para nostálgicos de los sesenta.

Para ser nostálgico de los 60 y los 70 no hace falta haber ido de bares en aquella época, basta con haber visto la serie de T.V. de Cuéntame, o sentir afinidad por esta época.
Los universitarios de entonces tenían aquí su segunda casa.
En aquel Madrid estaba de moda el vino rosado, también llamado claro o clarete, y este bar de Moncloa es uno de los pocos que aún lo tiene por bandera.


En el rosado encontramos anuncios de bebidas que nos transportan a la época de la que hablamos.
Vemos botellas simbólicas, como las de Fundador y Soberano, y fotos del Madrid antiguo.
Para beber, cañas bien tiradas, y para picar: panchitos o pinchos de embutido o cabrales.


El Rosado, desde 1940 manteniendo vivas las esencias de los buenos bares de esquina, de los bares a los que se va a hablar con el tabernero y comentar la vida que pasa a nuestro alrededor.
No es fácil encontrarlo abierto, pero vale la pena conocerlo.

El Rosado. c/ Meléndez Valdés, 63, junto a Moncloa.

Fotos C. Osorio.



miércoles, 25 de enero de 2017

Gran Vía, 6



Gran Vía, 6.
Arquitectos: José María Mendoza y José de Aragón. Creado en 1917 en estilo neorrenacentista español. 
Edificio para viviendas. Posee una cierta sobriedad ornamental, dejando que sean sean los propios elementos arquitectónicos los que lleven la carga de expresividad. Otro bello ejemplo de la búsqueda de un estilo historicista netamente español.

Foto: Carlos Osorio.
Datos: Guía del COAM.



martes, 24 de enero de 2017

La leyenda de la calle del Lobo




En la actual calle de Echegaray, en el siglo XVII, tenía su taller un taxidermista, es decir, alguien que se dedicaba a disecar animales. Este señor tenía fama de huraño y poco sociable. En su taller guardaba trofeos de caza, como cabezas de jabalí y de ciervo que disecaba por encargo. 

El  tipo solía ir de caza los domingos, y en cierta ocasión cazó un lobo. Con gran trabajo lo disecó y quedó tan orgulloso de su trabajo que lo colocó junto a la puerta de su negocio, para que la gente al pasar lo viera. El lobo tenía un aspecto fiero, enseñando sus grandes colmillos, y algunos vecinos se dedicaban a meter miedo a los niños, diciéndoles que si se portaban mal el lobo de los iba a comer.

Los niños procuraban no acercarse a la puerta donde se hallaba el temible lobo. Pero había un niño que no le tenía miedo, o al menos eso decía él. El niño, que era el líder de una pandilla de chavales, les dijo a sus compañeros que él era mucho más fuerte que ningún lobo y se lo iba a demostrar. Entonces cogió un cuchillo de cocina que había en su casa y lo escondió entre sus ropas, y luego les pidió a los otros niños que le acompañaran. Se acercaron con sigilo al taller del taxidermista. Este debía estar en algún cuarto interior del taller, ya que no se le veía desde la calle. El niño arrogante exclamó: 

-¿Este es el lobo que os da tanto miedo? Pues vais a ver lo que hago con él.

Y sacando el cuchillo comenzó a clavárselo al lobo disecado, provocando que la piel se rasgara por varios sitios y todo el relleno de serrín se desparramase, quedando el lobo hecho un guiñapo.

Los niños reían y el valiente matador de lobos los miraba orgulloso.

De repente, el taxidermista salió del taller y, al ver su obra destrozada, le entró un ataque de ira. De un manotazo, le quitó el cuchillo al niño y sin mediar palabra se lo clavó en el pecho. 
El niño quedó tendido en el suelo, y el hombre, creyendo que lo había matado, huyó a la carrera. 

Al oír los gritos de los niños, se acercaron varios vecinos y recogieron al chaval herido. Tras hacerle una cura de urgencia, una vecina propuso que lo llevaran ante la imagen de la Virgen de las Maravillas. Esta imagen, que se veneraba en una casa particular, tenía fama de milagrosa y lo cierto es que al poco tiempo, el niño dio señales de mejoría.

En cuanto al cazador, fue detenido y encarcelado. 
En recuerdo de aquel hecho, para algunos leyenda, para otros un suceso real, la calle pasó a llamarse Calle del Lobo, y este fue su nombre hasta que en el siglo XX pasó a llamarse calle de Echegaray.




lunes, 23 de enero de 2017

Pastelería El Riojano



Belleza, calidad, autenticidad, es lo que emana de esta pastelería, una de mis preferidas, situada en la calle Mayor nº 10.


La fundó en 1855 un riojano, don Dámaso de la Maza, que era pastelero en el Palacio Real.
"El riojano" está especializada en dulces madrileños.
Aquí pueden encontrarse los famosos azucarillos, los bartolillos, las pastas del consejo, los merengues hechos a cuchara, exquisitas palmeras con o sin chocolate...slurp, sigo: las mejores torrijas de Madrid, excelente el roscón y los turrones...


En su salón de té, deliciosamente clásico pese  a ser reciente, uno de los mejores chocolates a la taza de los contornos.


Aquí brillan y refulgen los dorados bartolillos, un pastel español del siglo de Oro.
En este obrador no verás el recurrente huevo liofilizado, sino huevos frescos. La mantequilla no es de supermercado, sino que la traen diariamente de Tineo (Asturias). Las frutas no han viajado en el contenedor de un barco mercante, sino que vienen de Calahorra, y todo se trabaja al modo artesano tradicional, incorporando nuevos sabores. 


El Riojano está en la calle Mayor, 10
a pocos pasos de la Puerta del Sol.

Fotos: C. Osorio.


domingo, 22 de enero de 2017

Visita Guiada: gremios medievales y comercios centenarios


Foto: Álvaro Benítez

Visita Guiada: Gremios medievales y comercios centenarios

¡¡Plazas completas!!  Sábado 28 de Enero de 2017 a las 11:00 horas

Cita: Metro Sol salida a calle Mayor

Madrid es la ciudad del mundo con mayor número de comercios centenarios; pero el caso es que pocos conocen la historia y anécdotas de estas tiendas sorprendentes. En esta visita escucharemos divertidas anécdotas de las tiendas más antiguas. Conoceremos los gremios que dieron nombre a las calles por las que pasamos y los vestigios que quedan de ellos. Redescubriremos unos soportales ocultos bajo los cuales se vendían los productos y que pasaron a ser las primeras tiendas. Veremos símbolos mitológicos que protegían a los comerciantes. Sabremos cómo se vendía en la calle, en las ferias, los mercados, incluso en portales y escaleras, en tiempos no tan lejanos, conociendo la vida de los comerciantes y, sobre todo, cómo era la vida de sus empleados. Visitaremos tiendas con encanto, descubriendo sus artículos más curiosos. Sabremos cuál es la tienda más pequeña de Madrid. Escucharemos historias y anécdotas de los comercios y las tabernas, y de la vida cotidiana en el antiguo Madrid.
Duración: Dos horas y cuarto. Precio: 10€

Para apuntarte envía un correo a osorio1958@gmail.com con tu nombre-s y teléfono
 o bien un whatsapp al 697 419 673 con tu nombre-s




sábado, 21 de enero de 2017

Yo me lío la manta a la cabeza



Yo me lío la manta a la cabeza y al resto del cuerpo serrano.
¡Qué agradable envolverse en una manta de pura lana de oveja de nuestra tierra!
Pues sí, quería hacerle un pequeño homenaje a la manta, que me sigue pareciendo uno de los placeres del invierno madrileño. La manta ha ido desapareciendo de nuestras vidas y nos hemos acostumbrado al edredón, y nos parece lo más natural despertarnos sudando como pollos en el horno. Es verdad que hay algunos edredones de plumón de ganso que tienen bastante calidad y transpiran medianamente, pero los edredones que compra todo el mundo en las grandes superficies (casi todos de fibra o de pluma de gallina) no transpiran lo más mínimo. la manta en cambio regula la temperatura y se adapta mejor a los inviernos de nuestra ciudad, que no son excesivamente fríos y menos desde el cambio climático. No vamos a negar que es más cómodo el edredón, pero hay que decir que la manta también se puede meter dentro de una funda nórdica, con lo cual la cama se hace en un periquete.
 Me gusta más la amante manta española que el edredón escandinavo.


jueves, 19 de enero de 2017

Restaurante El Jardín



"Por precio, cantidad y calidad, El Jardín y nadie más" Así reza este chascarrillo con que se anuncia "El jardín" un clásico de los años 60, cuya cocina reúne tres admirables condiciones: casera, tradicional y española.
Resumiendo: el sitio ideal para comer en pleno centro histórico de Madrid:
El Jardín, en la calle Calderón de la Barca, 8, Entre la calle Mayor y la Plaza de Oriente.


Da gusto encontrar sitios así en el centro de Madrid, donde cada vez más la gastronomía local y la dieta mediterránea pierden terreno frente a la comida rápida que nos van imponiendo.
Pescados a la plancha, chuletón, paletilla de cordero a un precio sorprendente, verduras, platos de cuchara, postres caseros...


Y este es Domingo, uno de los camareros veteranos de Madrid, que cuando está inspirado te recita versos mientras te cuenta el menú.
¿Qué más se puede pedir?

El Jardín, en Calle Calderón de la Barca nº 8.

Fotos: Carlos Osorio.


miércoles, 18 de enero de 2017

Gran Vía, 4



Gran Vía Nº 4. Edificio del Banco Urquijo. Arquitectos: José María Mendoza y José de Aragón. Construido en 1917.

Es uno de los inmuebles mejor compuestos de la Gran Vía. Edificio de oficinas al estilo norteamericano La fuerza de sus componentes no es discordante con los grandes vanos acristalados. Fachada plana que consigue ser potente y rica sin ser grandilocuente. La belleza lograda por una sabia combinación de funcionalidad y la sobria ornamentación, demuestra hasta qué punto se equivocan los que niegan la conveniencia de la ornamentación en la arquitectura. Uno de mis edificios favoritos de esta calle.


Foto: C. Osorio.
Datos: Guía del COAM.


martes, 17 de enero de 2017

El pantalón-maceta



Los pantalones vaqueros pueden tener una segunda vida como maceteros, al menos eso es lo que hay en este balcón malasañero cuyo habitante lo ha decorado con buen gusto y buen humor.


Y es asimismo en Malasaña donde, en la pared de un local, encontramos este otro pantalón-maceta.


Fotos C. Osorio.


lunes, 16 de enero de 2017

No son jeans ni denim, son vaqueros.



No son jeans ni denim, son vaqueros.

Los colonizadores españoles exportaron a los actuales Estados Unidos el modelo ganadero andaluz. Los caballos y las principales razas bovinas introducidas en Norteamérica procedían del valle del Guadalquivir.
También son herencia española el rodeo, el marcaje a hierro, el rancho, el arreo y los usos de venta de reses. De España pasan a América la silla de montar, los pantalones vaqueros con los zahones, el sombrero de ala ancha, la chaqueta corta, las botas de cuero y las espuelas grandes.
En realidad, el mundialmente famoso vaquero norteamericano es un modelo copiado del modelo español.

El tipo de pantalón más usado entre los vaqueros era un pantalón de loneta de algodón, usualmente teñido de azul índigo, un pantalón que es el precedente directo de los actuales pantalones vaqueros.
Aunque faltan estudios concluyentes, diversas hipótesis apuntan a que el pantalón vaquero actual procede de los modelos españoles. 
Por ello, lo correcto es decir "vaqueros".


sábado, 14 de enero de 2017

Adiós a las últimas cafeterías históricas



Una tras otra han ido cayendo las cafeterías históricas del centro de Madrid.
Con el cierre de las cafeterías Nebraska, producido en esta misma semana, tenemos que ir diciendo adiós a un modelo que hizo historia, el modelo de cafetería elegante y de calidad donde los madrileños nos juntábamos con amigos y familiares para compartir ratos de café y conversación.


Al igual que desaparecieron los grandes y magníficos cafés de la Puerta del Sol y de la calle de Alcalá (recordemos que solo en la Puerta del Sol hubo siete cafés de tipo histórico-artístico), las cafeterías de Gran Vía y Alcalá, testigo del Madrid vital y cosmopolita de la segunda mitad del siglo XX, han caído.


Manila, Fuyma, Zahara, y ahora Nebraska, desaparecen como desaparecieron California, Alaska o Riofrío


Con ellas no solo se pierde un tipo de negocio, se pierde parte de la historia viva de la ciudad.
También se pierde un modelo de atención al público basado en la atención y la calidad:
camareros profesionales que atendían al cliente con cordialidad y sin prisas, desayunos y meriendas al estilo autóctono, productos de calidad.


Lo que viene son las franquicias despersonalizadas, con empleados subcontratados y mal pagados, donde ya no te ponen el café en una taza de loza, que es como sabe bien, te lo ponen en un biberón de plástico con el que te quemas los dedos. Con el té otro tanto, te lo ponen en una bañera para que te entretengas pescando la bolsita. Y la bollería tradicional española pasa a ser bollería norteamericana industrial y tóxica.

¿A qué se debe el cierre de las cafeterías?


Hay múltiples factores en todo esto, pero tenemos varias hipótesis:

En primer lugar, los madrileños hemos ido poco a poco adoptando un ritmo de vida vertiginoso, con un  horario de trabajo prolongado, y hemos perdido momentos de disfrute de la vida y de trato social como eran: el segundo desayuno, el aperitivo, la merienda...
Por otra parte, vivimos en una sociedad alienada que ha sustituido la calidad por el precio, lo nuevo por lo bueno y la clase por la moda.

El modelo de economía neoliberal ataca fundamentalmente los establecimientos tradicionales y los productos elaborados con paciencia, gusto y esmero. A cambio nos trae locales de consumo rápido con productos de bajo coste, baja calidad y rápida producción.
El abuso del márketing ha causado estragos.

La paulatina conversión del centro histórico en un parque temático para turistas y la especulación han ido destruyendo el comercio tradicional. La falta de apoyo por parte de las administraciones públicas (cuando no el hostigamiento directo) a este tipo de comercio ha hecho el resto.








jueves, 12 de enero de 2017

Viva Madrid



Viva Madrid es una de nuestras tabernas tradicionales veteranas. La fundó en 1856 un tabernero de Cuéllar (Segovia). Desde sus orígenes, fue lugar de reunión de cuadrillas de toreros y aficionados.


A comienzos del siglo XX su decoración adquirió un tono palaciego. Fue entonces cuando las tabernas se volvieron elegantes en su afán de competir con los cafés y atraer a una distinguida clientela.
De entonces proceden las arpías de escayola que decoran los techos, las lámparas y los espejos.
En torno a 1920, la casa sevillana Mensaque realizó un fantástico mural de azulejos para la fachada.


En los años 80, durante la movida, se desnaturalizó, convirtiéndose en un bar de copas. Afortunadamente, a comienzos de este siglo recuperó su función de taberna con tapas, raciones y comidas.


En general me gusta más la barra y sus raciones que el comedor, pero puestos a sentarse recomendaría el cocido madrileño completo (22,50 €)


Viva Madrid, un sitio para tomar algo recreando la vista con su decoración fascinante. Conserva su mostrador de madera labrada con barra de estaño, y bonitos azulejos centenarios.

Viva Madrid está en Manuel Fernández y González, 7 (Cerca de la Plaza de Santa Ana)

Fuente: Tabernas y tapas en Madrid, de Carlos Osorio. Ediciones La Librería.
Fotos C. Osorio.




miércoles, 11 de enero de 2017

Gran Vía, 2



El edificio de la Gran Peña fue construido entre 1914 y 1916 por los arquitectos Eduardo Gambra, Antonio de Zumárraga y Jesús Carrasco. 
Es de estilo neobarroco clasicista.
 Construido sobre un solar en esquina, destaca su amplia y bella rotonda.
Pensando en autofinanciarse, destinaron a la sociedad las dos primeras plantas y el ático, destinando el resto a viviendas de alquiler. Desde 2009 parte del edificio lo ocupa un hotel y en la parte superior hay un restaurante y una terraza de verano.

El club de la Gran Peña, en el número dos de la Gran Vía, fue creado por una peña de militares que solía reunirse en el antiguo Café Suizo de la calle Sevilla. Agrupa a militares, empresarios, políticos etc, que aquí celebran sus reuniones y actos sociales. Conserva normas un tanto desfasadas desde sus inicios: por ejemplo, las mujeres no pueden ser socias, aunque sí pueden entrar acompañadas. El club posee un restaurante y una buena colección de pintura española.


Fotos C. Osorio.

martes, 10 de enero de 2017

El portillo de Fuencarral




El portillo de Fuencarral era una de las puertas de la cerca de Felipe IV, una cerca de mampostería y ladrillo construida en 1725 y que rodeaba todo el actual distrito Centro.


El portillo estaba situado en la calle de San Bernardo, junto a la glorieta de Ruiz Jiménez.
Se llama de Fuencarral porque este era el camino viejo del pueblo de Fuencarral, también conocido como carretera de Francia. Los hortelanos de Fuencarral vendían sus productos junto al portillo. A la vez había un registro de control fiscal de mercancías.


En 1860, poco antes de su derribo, el portillo había perdido el frontón superior y la valla había sido cubierta de un mortero vulgar. Al fondo, el hospital de la Princesa.

En esta ilustración de David Roberts, de 1837, vemos la entrada a Madrid por el Portillo de Fuencarral. Estéticamente, la arquitectura actual ha aportado poco a la ciudad.