jueves, 30 de junio de 2011

Esmalper


El mundo chiquitillo de las casas de muñecas, lleno de simpatía y de encanto, puede contemplarse en Esmalper, casa fundada en los años setenta en la calle de Galileo nº 27.
Nacho se encarga de decorar estas casitas de muñecas que nos retrotraen a la época de nuestros bisabuelos.



miércoles, 29 de junio de 2011

Taberna La Zamorana


En Galileo, 21, en el agradable barrio de Chamberí pervive esta taberna del año 1925 cuya fachada fue decorada por el estupendo ceramista Angel Caballero. Caballero quiso dar a sus personajes un aire distinguido que mueve a la sonrisa al espectador de hoy.
El local, tras ser un restaurante vasco durante dos décadas, vuelve a llamarse "La Zamorana" y su terraza atrae a un buen número de oficinistas y comerciantes de la zona que vienen aquí a comer.

Tras un tiempo cerrada, en otoño de 2011, ha vuelto a abrir hace poco y con una oferta más competitiva.



Fotos: Carlos Osorio.

lunes, 27 de junio de 2011

Las hojas que caen en el verano

Casi todos los años, por estas fechas, suelo poner orden en mis estanterías. Entonces me encuentro con un periódico doblado y aplastado bajo el peso de los libros y me digo: ¿Qué diablos hace aquí este periódico? Y cuando me dispongo a echarlo a la bolsa del reciclado, comienzan a caer de entre sus hojas, toda una serie de hojas (valga la redundancia). Son las hojas que cogí en otoño caminando por Madrid y que guardé entre papeles para que no perdieran sus colores. Luego pasan los meses y me olvido de que las guardé y por eso caen de su periódico en verano.
Cada año las hojas son distintas. Según la climatología, más o menos lluviosa o soleada, cogen distintas tonalidades y aumentan o disminuyen sus manchas y dibujos.
Entonces me doy cuenta de que en dos o tres meses volverá el otoño, ¡qué rápido pasa el tiempo! y de nuevo andaré recogiendo hojas caídas por las calles de Madrid.

Foto: Carlos Osorio.

viernes, 24 de junio de 2011

Gran Via, 32


Gran Vía, 32. Edificio construido por los arquitectos Teodoro de Anasagasti y Maximiliano Jacobson en 1922. Se hizo para los grandes almacenes Madrid-París, uno de los primeros grandes almacenes de Madrid. Había zonas de venta distribuidas por pisos en torno a un patio central cubierto.  Contaba con dos cúpulas laterales que servían como depósitos de agua y una gran cúpula central de 30 metros de diámetro que iluminaba el patio central en torno al cual se situaban laos puntos de venta. Los almacenes Madrid-París fracasaron a los pocos años, quizás por su planteamiento elitista, y en 1934 el edificio fue reformado, construyéndose tres plantas más y un cine, el Imperial. Se eliminaron las graciosas cúpulas que lo flanqueaban y se colocó una estatua del ave Fénix. Se instalaron entonces los almacenes SEPU (Sociedad española de precios únicos) con un sistema de ventas de precios fijos y accesibles a todos los bolsillos. Sistema que imitaba el que se inició en 1879 en Nueva York por el empresario Woolworth. SEPU permaneció hasta el 2002. 
En la planta superior se halla la emisora Radio Madrid.



Fotos color: Carlos Osorio.

Una labor realmente hermosa

Los voluntarios de Cruz Roja, con ayuda de la Comunidad de Madrid,  han montado una escuela en el poblado chabolista de El Gallinero. Es una idea genial que sin duda va a contribuir a que esos niños algún día puedan tener un trabajo e integrarse en la sociedad. Desde aquí un abrazo para los maestros-as de esta maravillosa escuela.

Foto: Cruz Roja Española.

jueves, 23 de junio de 2011

Portada de la Vaquería del Carmen

En la Avenida de Filipinas nº 1 hubo hasta los años 6o una vaquería donde se vendía leche recién ordeñada. En los ochenta, al hacer el nuevo edificio, respetaron, por estar protegida,  la bonita portada de azulejos de la vaquería. El mural, realizado en los años veinte, es obra del taller de Juan Ruiz de Luna.

Foto: C. Osorio.

martes, 21 de junio de 2011

Breve historia de El Rastro


El Rastro surge en torno a 1496 cuando se instala en esta zona  el “matadero viejo", que estaba junto a la plaza de Cascorro.
En 1611, el escritor Covarrubias Orozco lo describía así:
“El lugar donde matan los carneros,... Díxose Rastro porque los llevaban arrastrando, desde el corral a los palos donde los degüellan, y por el rastro que dexan se le dio este nombre al lugar”
En torno al Rastro se instalaron los talleres de oficios relacionados con el matadero, fundamentalmente los curtidores, que utilizaban las pieles de las reses. 
Con el tiempo, el arroyo de las Tenerías que bajaba por la Ribera de Curtidores, se entubó y se pavimentó la calle principal del Rastro.
Además de los curtidores, se instalaron aquí los zapateros de nuevo y de viejo. También las fábricas de velas, que entonces se confeccionaban con sebo o grasa de animal.
En torno al comienzo del siglo XIX, los ropavejeros o traperos se asientan aquí. Luego los quincalleros, los libreros de lance y los comerciantes de artículos usados. Los almonedistas o anticuarios se instalan un poco más tarde, al final del XIX.
Desde el primer tercio del XIX se crea la costumbre, que aún perdura, de venir al rastro a rebuscar artículos de segunda mano y antigüedades.
 

La Plazuela del Rastro pasó a ser una plaza cuando se derribó una pequeña manzana de casas que había frente a la calle de Maldonadas a la que llamaban, con razón, “el tapón del rastro”. Junto con el “tapón” desaparecieron las calles de El Cuervo y de San Dámaso. Durante siglos esta plaza se llamó Plaza del Rastro, salvo un tiempo en que se llamó de Nicolás Salmerón en homenaje al ilustre político y filósofo.
En el siglo XX pasó a llamarse Plaza de Cascorro, en memoria de Eloy Gonzalo, soldado, natural de este barrio (criado en La Inclusa), que se hizo célebre en la guerra de Cuba al volar un polvorín en el pueblo de Cascorro.
En el centro de la plaza, donde antes estuvo una cruz “la cruz del rastro” se levantó la estatua de Cascorro, obra de Aniceto Marinas. El monumento fue inaugurado en 1902 por Alfonso XIII.

                      

La práctica del regateo aún continúa en esta feria dominical de ropas y trastos viejos que es el Rastro. Entre los tipos populares del Rastro, estaban los chulos o chulapos, las cigarreras de la fábrica de Embajadores, los charlatanes que vendían crecepelos y elixires curalotodo, los soguillas o mozos de cuerda, los sacamuelas, los horteras recién llegados de la huerta, las gitanas, los güindillas (policías) y un largo etcétera…
En los años 70 se incorporaron a su paisaje las tribus urbanas.

El Rastro ha ido perdiendo su esencia al instalarse aquí los mercadillos de ropa y complementos que nada tienen que ver con la esencia de este mercado, un sitio para el necesario reciclaje de los mil y un objetos que con el tiempo dejamos de necesitar.
Ojalá el rastro recupere su identidad y vuelva a ser el lugar de regateo, reciclaje, e intercambio de objetos usados que toda ciudad necesita.
Afortunadamente, en calles perpendiculares a la Ribera, como Carlos Arniches, todavía existen los puestos tradicionales.

Fotos: Carlos Osorio.

lunes, 20 de junio de 2011

Nanai


En la calle del Barco nº 26 hay, desde hace década y media,  un café agradable llamado Nanai.
En su sillones reciclados, uno puede charlar sin prisas y picotear alguna de sus especialidades: crépes, croquetas, patatas tres quesos...
Suelen hacer exposiciones.



domingo, 19 de junio de 2011

Conferencia en el Ateneo: la penalización del prostituidor

Este lunes 20 de Junio a las 19, 30 horas hay una conferencia en el Ateneo de Madrid, en la C/ del Prado nº 21.
Se titula "La penalización del prostituidor en Europa". Me parece un tema muy interesante, ya que la única manera de empezar a frenar la trata de personas con fines de explotación sexual es multar a los prostituidores, es decir, a los clientes.
Según los informes de la policía y de la guardia civil, el 90% de las mujeres prostituídas son explotadas sexualmente por terceras personas. Ya va siendo hora de ir avanzando hacia la desaparición de esta forma de maltrato.

sábado, 18 de junio de 2011

Al cole, de la manita


Un vídeo muestra las ventajas de llevar a los niños al cole de la manita o incluso en bicicleta. El coche, cuando no es imprescindible, crea demasiados inconvenientes, tanto para los mayores como para los pequeños.

Foto: Fiskfisk

jueves, 16 de junio de 2011

La Oriental Edelweiss


La Oriental-Edelweiss es una pequeña y suculenta pastelería establecida en 1974 en la calle de Galileo nº 93, semiesquina a la Avenida de Filipinas.
El maestro pastelero, Rafael Yanes aprendió el oficio con Nicolás Gruber, un pastelero húngaro que se estableció en Madrid en 1940. Aquí trabajan con verdadero arte y con ingredientes de calidad las tartas Strúdel y Sácher y una gran variedad de hojaldres y bollos muy apetitosos. Tienen una sucursal en Hilarión Eslava, 38.


Fotos: Carlos Osorio

lunes, 13 de junio de 2011

La reforma del Centro Cultural Conde-Duque.

Me he dado una vueltecilla por el Conde-Duque y esto es lo que han visto mis ojos:

1- La reforma de las fachadas: La reforma del Conde Duque obedecía a la necesidad de terminar el patio sur, es decir, una cuarta parte del edificio, por lo que no hubiera sido necesario gastar una suma tan importante en reformar las otras tres cuartas partes, que ya estaban reformadas. El tratamiento de las fachadas es incorrecto, puesto que se ha querido dar un aspecto de edificio industrial a un edificio barroco que nunca tuvo el ladrillo visto. Se han eliminado los tejados y buhardillas para poner una chapa metálica, un sinsentido digno de la época actual. Las fachadas de los patios son de una sosez total.



2- La reforma de los interiores:
La reforma interior, especialmente la del patio sur que acaba de ser rehabilitado me parece excelente, y como muestra aquí están estas imágenes. Por una vez voy a ser pródigo en la parte gráfica, ya que he disfrutado con la visita:









únicamente me ha parecido soso el teatro, todo negro y con la única licencia cromática de las butacas rojas.

En cuanto a la primera exposición que inaugura esta zona sur del centro cultural: la obra del escultor Cornelis Zitman me ha parecido que, sin ser maravillosa, es una exposición recomendable y se ve con gusto e interés. Tienes tiempo, porque estará hasta el 16 de octubre.



Fotos: Carlos Osorio.

domingo, 12 de junio de 2011

Caray con la cigüeña


Pues aquí, la tenéis, ni corta ni perezosa esta cigüeña se ha hecho su nido en un repetidor de telefonía móvil. Seguro que así está mejor comunicada que nadie en este curioso Madrid. Yo había oído que los gorriones y otros pájaros nunca anidan en las cercanías de los repetidores, pero esta cigüeña, que debe ser mutante, pasa de todo. Ahí está, en lo alto de un edificio a orillas del río, cerca del Puente de los Franceses.

Foto: Carlos Osorio

jueves, 9 de junio de 2011

Mural de Blu en Madrid-Río


Me llamó la atención este mural pintado en una medianera, junto al Manzanares, representando a unos ciudadanos de aspecto adocenado y gris que se quitan mutuamente las billeteras en una rueda sin fin.
A mí me sugiere una visión muy aproximada del mundillo financiero, ese mundillo que no contento con crear la crisis, sigue metiendo la mano en las carteras de todos.
Me parece el mejor de los murales de la zona.
Creo que el autor es un interesante artista llamado Blu
Blu es un artista boloñés (Italia) que dibuja en su cuaderno de notas y traslada sus dibujos a grandes paredes. Me gusta mucho la obra de este tío.

Foto: Carlos Osorio

miércoles, 8 de junio de 2011

Merienda en el campo


A merendar, a cantar y a bailar, que es primavera y están los campos hechos un sol. Así ha sido durante siglos la eterna pasión de los madrileños por las meriendas campestres, como refleja este cuadro de Bayeu, en el Museo del Prado.

martes, 7 de junio de 2011

La Casa de las Siete Chimeneas

Esta curiosa casa de la madrileña Plaza del Rey es uno de los escasos ejemplos de arquitectura civil del siglo XVI.
Siete son las chimeneas que jalonan su tejado y se dice que correspondían a los siete salones de la casa.
Hízose en 1574. Los planos son obra de Antonio Sillero con modificaciónes de Juan de Herrera.

Poco tiempo después de su construcción, el edificio fue comprado por Baltasar Cattaneo, un prestamista genovés de mala catadura, que reformó el edificio y añadió las chimeneas. Este personaje vendió el edificio al caballero Juan Arias Maldonado, de modo que quedase entrampado con los préstamos diversos que él mismo le hizo. Poco a poco, los intereses fueron aumentando y el caballero empezó a quedarse sin dinero. (No sé a qué diablos me está recordando esto, pero ¿no os suena un tanto parecido a ciertas hipotecas bancarias extrañamente permitidas por la Justicia de nuestros días?) El caso es que el infortunado deudor se quedó poco a poco sin bienes, y no pudiendo soportar su situación, prefirió morirse. Quiso entonces el prestamista genovés seducir a doña Ana, la mujer de Arias Maldonado, pero esta prefirió meterse monja.

En el siglo XVIII la casa fue ocupada por el Marqués de Esquilache, Ministro de Hacienda de Carlos III. Durante el motín provocado por la prohibición del marqués de llevar capa larga y chambergo, así como por la carestía de los alimentos, la casa fue saqueada por los exaltados. Por fortuna, el marqués se encontraba en Palacio, despachando con el Rey, y su esposa e hijas estaban en el colegio de niñas de Leganés, un colegio que estaba situado en la actual Gran Via (no estaban en un colegio de Leganés, como he leído en internet). Los amotinados saciaron sus iras prendiendo fuego y saqueando cuantos objetos de valor encontraron. Carlos III destituyó a Esquilache y aceptó las reivindicaciones de los ciudadanos, al tiempo que él se refugiaba en Aranjuez esperando que se calmara la Capital y que el conflicto no se extendiera por el resto del Reino. De este siglo data la ampliación de la casa con una sección trasversal que transformó la primitiva planta cuadrangular en una en forma de L.

La casa se reforma en 1881, cuando se restaura y acondiciona para sede del Banco de Castilla. La segunda reforma es de 1957, realizada por Fernando Chueca Goitia. Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, la Casa de las Siete Chimeneas fue sede del Lyceum Club Femenino, una asociación cultural feminista, destinada a defender la igualdad femenina y la plena incorporación de la mujer al mundo de la educación y del trabajo. En los años 80 fue sede del Banco Urquijo, e inmediatamente después pasó a serlo del Ministerio de Cultura.


Foto: Carlos Osorio

viernes, 3 de junio de 2011

El hombre apresurado


Con su melena y su gabardina al viento, y su paraguas desvencijado, pasó a mi lado como una exhalación.
En realidad era un mimo que iba a su trabajo, pero me pareció la viva imagen del ciudadano madrileño de nuestros días: siempre apresurado; tanto, que dan ganas de preguntarse: ¿no es un poco ridículo vivir con tantas prisas?

Foto: Carlos Osorio

jueves, 2 de junio de 2011

Aunque no lo parezca, es Madrid

 Este portón de madera con un par de siglos a cuestas, que debió de pertenecer a una antigua tahona, no está en un pueblo perdido de Castilla, sino en Madrid, en la calle Istúriz, pegadito a la glorieta de Cuatro Caminos.

Foto: Carlos Osorio.

Las hojas que caen en el verano

Casi todos los años, por estas fechas, suelo poner orden en mis estanterías. Entonces me encuentro con un periódico doblado y aplastado bajo el peso de los libros y me digo: ¿Qué diablos hace aquí este periódico? Y cuando me dispongo a echarlo a la bolsa del reciclado, comienzan a caer de entre sus hojas, toda una serie de hojas (valga la redundancia). Son las hojas que cogí en otoño caminando por Madrid y que guardé entre papeles para que no perdieran sus colores. Luego pasan los meses y me olvido de que las guardé y por eso caen de su periódico en verano.
Cada año las hojas son distintas. Según la climatología, más o menos lluviosa o soleada, cogen distintas tonalidades y aumentan o disminuyen sus manchas y dibujos.
Entonces me doy cuenta de que en dos o tres meses volverá el otoño, ¡qué rápido pasa el tiempo! y de nuevo andaré recogiendo hojas caídas por las calles de Madrid.

Foto: Carlos Osorio.