A Unamuno, asiduo a la tertulia de la cacharrería, en el Ateneo madrileño, le dijo un escritor novato:
-Su artículo de ayer era flojo, don Miguel. Además, encontré en él una palabra que no existe. La he buscado en el diccionario y no está.
Unamuno le contestó:
-No se preocupe, joven, ya la pondrán.
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