Cómo éramos y cómo somos: preferíamos el valor al precio.
Cuando alguien se compraba algo, una prenda, un aparato electrónico, no hablaba del precio, hablaba de la calidad, del prestigio de la marca, de la fábrica o del país en que se había fabricado, de las prestaciones y del largo tiempo que pensaba disfrutar de este artículo. El precio era el último argumento en ser expuesto.
Así éramos: preferíamos el valor al precio.
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