miércoles, 13 de junio de 2012

El Palacio de Bauer, 1


El Palacio de Bauer es ese hermoso y sobrio caserón que hay en la calle de San Bernardo esquina a Pez. Siempre me ha resultado especialmente atractivo.
Se trata de uno de los palacios madrileños del siglo XVIII, con fachada a la calle principal y jardín trasero vallado. En la fachada destaca la portada barroca, los recercados de cantería en zócalos y esquinas y los antepechos de forja en los balcones.
 Fue construido inicialmente para los marqueses de Guadalcázar. 
En 1870 fue adquirido por una familia de banqueros judíos, los Bauer.


Los Bauer estaban emparentados con los Rotschild, banqueros hebreos con un enorme poder, y llegaron a Madrid con la intención de hacer sus buenos dineros en nuestro país. 
Decía el poderoso banquero Rotschild: Dejadme controlar las finanzas de un país y no me importará quién gobierne. ¡Qué frase tan reveladora! No sé muy bien a qué me recuerda...¿tal vez a la situación actual?
Pues bien, ni cortos ni perezosos, los mentados Bauer se pusieron manos a la pasta dispuestos a controlar la economía patria. Así, se hicieron con algunas de nuestras principales empresas: Minas de Almadén y Riotinto, Ferrocarriles MZA... Para afianzarse mejor, hicieron accionistas de sus compañías a varios políticos con mando en el Parlamento. No se andaban con tonterías.


Los Bauer eran gente culta y refinada y decidieron reformar el sobrio caserón que habían comprado. Para ello encargaron la decoración interior a Arturo Mélida, pintor, escultor, decorador y arquitecto. Mélida realizó el bello salón de baile que podéis contemplar aquí, si bien ha sido transformado en salón de actos.
El salón es de estilo restauración, con influencias del neorrococó y con pinturas pompeyanas firmadas por el decorador.


Grandes coleccionistas, adquirieron muchas pinturas y esculturas. También promovieron la música, organizando toda clase de conciertos.


La atractiva decoración interior responde a las características típicas de los palacios madrileños del XIX.


Este águila glotona que quiere devorar una bola dorada (¿nuestro planeta?) no me pasa desapercibida. A mí me parece todo un símbolo del mundillo financiero.


Fotos color: Carlos Osorio.





5 comentarios:

Antonio Iraizoz dijo...

Fantástico y de plena actualidad. Por lo menos los banqueros antiguos dejaban un rastro de obras artísticas y mecenazgo. Los de ahora sólo dejan agujeros negros.
Un saludo

Carlos Osorio. dijo...

A menudo la Historia nos ilumina sobre el presente, querido Antonio.

Tony Hartwick dijo...

Nihil novum sub sole!

Matilde dijo...

Lo opuesto a ese árido “Nihil novum sub sole!” es el asombro, la admiración que llevan a las preguntas sobre nosotros mismos y nuestro entorno y por tanto al saber. Creo que fueron Platón y Aristóteles quienes se refirieron al asombro como padre del saber sin fín.
¡Cómo va a ser lo mismo pasar por delante de una fachada anodina que por delante del Palacio de Bauer, visualizando las magníficas fotografías de Carlos! O imaginar las vidas de su interior y hasta viajar en el tiempo con esa fotografía en blanco y negro, que es la que más me gusta, con su señora del pañuelo en la cabeza y su guardia de la porra.

Carlos Osorio. dijo...

Pienso que Tony se refiere, no al palacio, sino a la voracidad de los banqueros que lo ocuparon. En ese aspecto, no hay nada nuevo bajo el sol. Gracias por el comentario, Matilde.