miércoles, 28 de octubre de 2015

La Venencia



En tiempos en que no iba casi nadie, me gustaba sentarme en una mesita de La Venencia (C/ Echegaray, 17) a escribir en mis libretas. La gata del bar acostumbraba a sentarse en mi regazo. En este local que ya casi es centenario, el tiempo parecía haberse detenido. Juan, el antiguo dueño, se tomaba tanto tiempo en servirte el vino que, puede que exagere un poco, pero, si le pedías un vino joven, cuando te lo traía ya era un reserva.

Luego cogieron el bar los hermanos Criado y la verdad es que han sabido mantener la esencia del lugar. No permiten hacer fotos, ni admiten visitas, ni quieren que les saquen en las guías turísticas. 
En ciertas páginas de Internet la describen como "la mejor taberna del mundo", aunque no creo que este tipo de títulos contribuyan a mantenerla en su estado puro.

La Venencia es uno de los pocos bares en los que no se puede pedir ese famoso refresco de cola, porque no lo hay. De hecho sólo despachan vino andaluz. Ese vino que solía sacarse de un barril con un cacito de forma cilíndrica llamado "venencia"
Alguna vez he vuelto y de nuevo la gata se me sienta en el regazo. No parece probable que sea la misma gata de entonces, porque han pasado tres décadas largas...aunque, ¡quién sabe!

Foto: C. Osorio



9 comentarios:

Ángel de Olavide dijo...

Muy buena tu valoración de La Venencia, bodega de corte jerezano y pagano por su diseño y decoración pero que tiene ese empaque casi religioso de las bodegas cordobesas.
Juan era vecino mio, de la colonia de El Pilar. Fui muy amigo de alguno de sus hijos. Por cierto que una de sus hijas es un prodigio de belleza y simpatía a pesar de ser sordomuda. Los actuales propietarios son, coincido contigo, muy simpáticos, divertidos y gente de principios.
Pero lo mas interesante de La Venencia son sus parroquianos. Mezcla atrabiliaria de todas las ideologías políticas (los sucesivos propietarios pertenecen o pertenecían a opciones políticas totalmente disímiles), funcionarios en excedencia, visitantes procedentes de todos los rincones de España, folklóricas jubiladas, estrafalarios y estrafalarais rastacueros y otra fauna. Los guiris creo que se asustan nada mas asomar la jeta por el establecimiento aunque alguno hay que debidamente acompañado por algún local terminan por conocer el arte de degustar los vinos finos y las exquisitas salazones y embutidos que las acompañan con sus picos correspondientes...

Carlos Osorio. dijo...

Has completado muy bien la información, querido Angel.

Matilde dijo...

Este, como muchos otros sitios, lo he descubierto hace cuatro días. Me encanta. Está todo buenísimo y con precios normales. Los gaditanos aluicnan con un trocito de su tierra en Madrid. No podía imaginar que antes fuera aún mejor.

El polvo sobre absolutamente todo debe tener la misma solera que el local.

mcarmen dijo...

Un clásico. Me encanta su ambiente, aunque nunca he visto la gata.
Saludos,

Monkini dijo...

Gracias por publicitar esta estrecha joya de nuestra ciudad. Estuve hace poco con un amigo tejano y las jefas degustando los diferentes tipos de Jerez. Que lujo tener en Madrid sitios idiosincraticos como este que te facilitan un plan diferente, con mojama y oloroso. Otra vez vine con amigos italianos despues de cenar cerca, en Come Prima. Y es que es una pena que el consumo de jerez este bajando tanto en el mundo. Creo que muchisima gente no ha tenido oportunidad de probar esta maravilla que ademas tiene un precio tan razonable y un historial como pocos vinos.

Carlos Osorio. dijo...

Es una vieja tradición la de valorar muy poco lo que es nuestro. Figúrate, Monkini, que tuvieron que venir los ingleses a fabricar el vino de Jerez, por eso algunas marcas se denominan con apellidos ingleses.

Anónimo dijo...

La Venencia:uno de los muchos achaques que utilizo para volver a Madrid.Siempre me parece haber reconocido allí a Galdós o a Valle. El gato/a (como se dice ahora) lo he visto de varios colores, no solo negro. Y las aceitunas verdes verdes,la mojama, vinos ámbar y pajizos, la estrechura, los catavinos trasparentes, los años.

Anónimo dijo...

Tendré que volver. Me pareció una taberna preciosa con ambientazo. Que pena que los vinos fueran tan malos, pero bueno, que más dá porqué la gente, en su mayoria, no distingue un Amontillado de un Oloroso y menos aún si son buenos o de batalla.

Carlos Osorio. dijo...

No me parece que los vinos sean tan malos, anónimo, hay que tener en cuenta que son de barril. Yo me suelo tomar un oloroso y me sabe rico.