María y la hierbabuena
Entro a investigar en una corrala cercana a Tirso de Molina y me encuentro con María, una madrileña de 94 años que me sonríe y nos ponemos a charlar. Me habla de cuando su patio tenía un pozo y una fuente, y de cuando todos los vecinos ponían macetas con plantas y flores. Mmmm!...Me llega el olor a hierbabuena de una de las macetas de María. Gracias, simpática mujer, gracias por tu sonrisa y por el aroma de tus plantas.
Luego me encuentro con Emilio, que también lleva toda la vida en esa corrala y me enseña su pisito de 17 metros cuadrados. Salgo reconfortado por la hospitalidad de estos ancianos.
Después voy a visitar otra corrala de la zona y me aborda un joven inquilino que lleva unos pocos años años viviendo allí. Me pregunta que a dónde voy y quién me ha dado permiso para entrar. El suyo es otro modo de entender la vida.
Las nuevas generaciones de madrileños estamos perdiendo el don de la amabilidad y la hospitalidad. Nos estamos volviendo desconfiados...y ya apenas plantamos hierbabuena en los balcones.
Foto: Carlos Osorio.
Comentarios
Tus palabras nos llevan a reflexionar. También es necesario actuar. Conozco a personas no muy lejos de ese lugar que sí tienen plantas en el balcón y que sí quieren confiar en la gente. Pero sobre todo la juventud lo tiene muy difícil. Confiar cuando están casi a punto de matarte en tu propia puerta por un móvil. Tener ganas de asomarte a regar las plantas cuando estás pendiente de buscar un trabajo y poder pagar el alquiler y comer. Pero estamos los afortunados que hemos tenido la suerte de tener plantas y cuidarlas, de tener esos vecinos que eran parte de tu familia, de poder ir con libertad por la calle cuando éramos jóvenes, sin temor,…Y estamos aquí para llevarle, si es preciso, esa hierbabuena que le invite a cuidarla, pero hay que hacer mucho más para crear ese clima de confianza. Bueno, hay que decir y hacer mucho.
Un saludo.