La calle de los azotados
En siglos pasados existía en Madrid un temido castigo para los delincuentes: la pena de azotes.
Tal y como vemos en este cuadro de Eugenio Lucas, a los condenados se les montaba encima de un burro, con la espalda desnuda, las manos atadas y un capirote en la cabeza.
De esta guisa los paseaban por las calles para escarmiento público, mientras el verdugo les iba dando azotes.
Unos azotes cuyos daños a menudo requerían un par de semanas de hospital.
En los tiempos en que la cárcel estaba situada en el edificio del viejo Ayuntamiento, en la Plaza de la Villa, la comitiva de castigo comenzaba a caminar por una estrecha callejuela que comunica esta plaza con la calle del Sacramento.
Aquí el verdugo propinaba latigazos sobre las espaldas de los condenados; y por eso esta calle se llamó Calle de los Azotados, hasta que en tiempos recientes se le cambió el nombre por el de Calle del Cordón.
Foto: Carlos Osorio
Sin duda era un castigo cruel; pero a veces me pregunto si no nos habremos pasado al extremo contrario. En estos días en que un ex-ministro llamado Matas, imputado en numerosos casos de corrupción, sin haber devuelto lo que se ha llevado y sin ningún signo de arrepentimiento, acaba de salir de la cárcel donde ha pasado tres meses jugando al pádel...
No digo que haya que volver a los azotes, pero habrá que endurecer las penas si queremos empezar a librarnos de la vieja lacra de la corrupción.
Comentarios
Una calle pequeñita, pero con un montón de historia. Gracias por contarla.
Un abrazo, Jesús
Es estupendo aprender sobre la ciudad en la que viví tanto tiempo. Gracias.