El fantasma sin cabeza de San Ginés



En el año de 1353, unos ladrones penetraron durante la noche en la madrileña iglesia de San Ginés, en la calle del Arenal.
Con gran sigilo, se apoderaron de los valiosos objetos litúrgicos: cálices, crucifijos, candelabros y los fueron introduciendo en un saco.
Ya se iban a marchar, cuando un anciano que se quedaba allí por las noches a rezar les paró los pies.
-¡Alto ahí. Devuelvan los objetos sagrados!
-¡Quítese de en medio, viejo! Le contestaron.
-¡Esto no os lo lleváis si no es por encima de mi cadáver!
Los ladrones, viendo que aquel anciano les podía delatar, lo llevaron a rastras ante el altar de la Virgen y allí, con la ayuda de un hacha, le cortaron la cabeza.

Aquel robo sacrílego agravado por el crimen conmocionó a los vecinos del Madrid medieval.
El rey Pedro Iº el Cruel ordenó la búsqueda y captura de los culpables; pero tras semanas de pesquisas estos no aparecían. Finalmente, el fiero monarca designó como culpables a un grupo de infieles que fueron decapitados y sus cuerpos arrojados a un barranco.

Dicen que los fantasmas se aparecen mientras no se esclarece el motivo de su muerte o mientras no se castiga al culpable. El caso es que, desde el siglo XIV, un fantasma sin cabeza se aparece a los paseantes en las noches oscuras y brumosas.


Foto B/N: Iglesia de San Ginés a comienzos del S. XX.

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