Que no pase nadie!
Caminar por el centro de Madrid es una tarea cada día más difícil. El lema parece ser: ¡A tapar la calle, que no pase nadie!
En la imagen superior: La calle Atocha en la esquina con la plaza de Santa Cruz. Entre una parada de autobús y un ascensor, decenas de motos sobre la acera, señales de todo tipo, cubos de basura.
Si los peatones comunes lo tenemos difícil para pasar, imaginad cómo lo tienen los que van en silla de ruedas
En esta imagen vemos la confluencia de la calle Ciudad Rodrigo con la Cava de San Miguel, frente al mercado de San Miguel, una zona saturada de paseantes. A la hilera de horrendas señales informativas su unen los vehículos de dos ruedas y unas bolas de piedra. Para pasar por ahí hay que dar un buen rodeo.
Este tramo de la calle de Bailén, a la altura del Senado, por el que pasan a diario miles de peatones y de turistas, es incomprensiblemente estrecho, y para colmo han colocado una farola enorme que ocupa la tercera parte del angosto desfiladero.
Y ¿qué decir de los chirimbolos? como este, que ocupa la mitad de la acera, en los bulevares.
Lo dicho: Que no pase nadie!
Fotos: Carlos Osorio.
Comentarios
Ni en El Filo de lo Imposible se atreverían a semejante hazaña.
¿Y los ciegos? ¿y la gente que anda con mucha dificultad? ¿los cochecitos de bebe? La gente en general, vaya.
No son los únicos barrios, os sugiero pasar por la esquina de las calles Princesa con Alberto Aguilera, justo dónde se cayó un edificio. El enorme Zara que ahora ocupa ese sitio, se ha comido un buen cacho de la acera (no debe haber más de 2 metros de anchura), lo que unido al tránsito habitual de la zona, a veces convierte el paso por ahí en más que una aventura, justo a la salida de un metro en el que confluyen 3 líneas 3 de viajeros, bien cargaditas de gente.
Por no citar los chirimbolos en serie de la esquina anterior y los pasos de cebra ocupados por coches de reparto, motos y ciudadanos insolidarios que sueltan sus coches donde les place...
Un saludo.
RODY
Hola Acacia, creo que si los ciudadanos nos asociáramos en un movimiento vecinal, en cada barrio, la ciudad iría mejor.
Los movimientos vecinales funcionaron muy bien hace unos años, cuando no estábamos tan desinteresados por todo. Pero además de eso, se necesitan unas buenas dosis de educación, y sobre todo de respeto a los demás. Quizá la solución no sea tan difícil: si yo procuro no molestarte, y tú intentas no importunarme, y todos hacemos lo mismo, las calles y plazas serían mucho más agradables.