¿Cómo acabar de una vez por todas con la cultura?
Si yo quisiera acabar con la cultura, empezaría por hacerla inaccesible a la mayoría. Supongamos que el IVA cultural en los países de Europa estuviera en torno al 6%, pues yo lo pondría al 21%.
Seguidamente acabaría con oficios perniciosos como los de escritor, músico o cineasta, y para ello permitiría la piratería. Nadie puede tener interés en escribir un libro, componer una canción o filmar una película si sabe que no va cobrar por su trabajo.
En un país en el que no existe el mecenazgo, yo suprimiría las aportaciones de dinero público al arte, la ciencia y la cultura. ¡Tres pájaros de un tiro!
De paso trataría de eliminar las instituciones culturales, como el Círculo de Bellas Artes o el Ateneo, asegurando su ruina económica. También retiraría las ayudas a las revistas culturales y de pensamiento.
Facilitaría el cierre de los cines, los teatros, y las salas de conciertos...
Si yo quisiera acabar con la cultura en España,
haría exactamente lo mismo que se está haciendo ahora.
Comentarios
Siempre son solo los mal llamados intelectuales los que crean cultura. ¿Por qué a un libro se tiene que rebajar el Iva y a un ordenador no?
Que cansinos todos vosotros los que pensáis así. Dejad ya de lamentamos, que no sois los únicos que hacéis de esta vida algo mejor.
Un guitarrista no es nada sin su guitarra, pero ¿quien se la fábrica?
Hasta la Revolución Industrial y las diferentes revoluciones burguesas de finales del siglo XVIII y principios del XIX los artistas no estaban sostenidos explícitamente por el estado, toda vez que esa concepción de la "cultura" tal como la entendemos hoy no existía. La cultura se creaba, no se conservaba ni se promocionaba. Era el deseo de mentes bien formadas las que animaban a los artistas a crear. Artistas que por otra parte rara vez cobraban directamente por su trabajo. Quiere esto decir que ocupaban puestos en las cortes que no estaban relacionados con su verdadera ocupación, cuando no eran eclesiásticos.
A todo esto hay que añadir que la "cultura" tal como se entiende ahora es un subproducto intelectualoide del marxismo cultural, que irónicamente promociona algo que intrínsecamente odia (la tradición occidental), lo que unido a un inusual despercio por parte de las élites conservadoras a aquellos que deberian defender a capa y espada (la tradición occidental) hace que, efectivamente la Cultura (esta vez si con mayúscula) haya entrado en una franca decadencia desde hace más de un siglo.
Vivimos tiempos nuevos, y las viejas ideas ya no sirven. Y en este nuevo orden que se avecina ya no es válida la Cultura (tradicional, porque la "cultura" la ha anulado) como tampoco lo es la "cultura" (porque es la anulacion de la Cultura y la reducción de la misma a un entretenimiento de masas susceptible de vaivenes económicos).
En definitiva, no vivimos una debacle similar desde el colapso del mundo pagano en la Antiguedad Tardía.
Un saludo y disculpas por la longitud del comentario.
Pues yo también voy a ser anónim@ esta vez, hala.
En todo caso, no ponemos el acento
en que se ayude, sino en que no se destruya, en que no se asfixie la creación.
Creo que vd ha malinterpretado mis palabras pues lo que digo es justo lo contrario y coincide con lo que vd afirma. El mecenazgo (aristocrático y eclesiástico, pues es el que permitió la creación de buena parte de las obras maestras del arte e ingenio humanos) empieza a desaparecer como tal con la Revolución Industrial y las revoluciones burguesas.
Precisamente Velázquez es un claro ejemplo de esos artistas cuyo sustento no estaba vinculado a su producción artística sino a un cargo que desempeñaban en la corte. Piense que el propio nombre de mecenas viene del patricio romano homónimo que destacó por su patronazgo en las artes.
Pero hecha esta aclaración, cabría pensar que la Cultura (con mayúscula) no se puede crear a priori por el simple hecho de dar dinero a alguien que se autoproclame artista (otro asunto es establecer la adecuada distinción entre artista y artesano, que tanto se echa en falta en estos debates). En cierto modo la Cultura surge por "generación espontánea" y es únicamente el tiempo el que permite que sus contenidos pasen a la posteridad. Pero una partida presupuestaria por sí misma no es capaz de crear nada más que un gasto de dinero si tanto la sociedad como el propio estado no se erigen en mecenas tan exigentes como aquellos del Renacimiento.
Y por último, cualquier promoción pública de la cultura es propaganda. Cualquier promoción privada de la cultura obedece a intereses particulares. El ideal de creación romántico y bohemio suele implicar una vida de miseria. Pero es el precio a pagar por la libertad artística siempre que se considere que ése es el ideal artístico a seguir. ¿Acaso era Mozart menos libre al servicio del Arzobispo de Salzburgo que Chopin mantenido por George Sand?
Un saludo.
Siento ser aquí abogado del diablo pero habría que tomar en consideración que cines, teatros y librerías son establecimientos comerciales cuyo uso está sujeto a la demanda que la sociedad haga de ellos.
Sirva de ejemplo la fotografía. Con la irrupción de las cámaras digitales, el negocio de la fotografía prácticamente ha desaparecido y nadie ha clamado por su mantenimiento para dar continuidad al noble arte del retrato fotográfico. Pero a la vez es cierto que la fotografía analógica sigue ofreciendo unas cualidades que la digital no consigue (la digital tiene otras) y por tanto, es negocio, antaño pujante, se ha sabido mantener (muy reducido) por quienes han sabido adaptarse a los nuevos tiempos.
Vaya vd sin ir mas lejos a la enorme librería de una conocida casa comercial en la Gran Vía y más allá de la planta baja donde se exponen las novedades, no verá otra cosa que salas vacías plagadas eso sí de libros que nadie comprará. ¿Tiene culpa el librero de que nadie compre los libros de las plantas superiores? ¿Tiene que obligar a la sociedad a leer pesados libros de filosofía o de estética simplemente para que a él le vaya bien el negocio? Porque no se olvide que estamos hablando de un señor que vende libros en una librería, no de un señor que escribe libros (pues ese es el tema que precisamente no estamos tratando).
Y lo mismo ocurre con el cine. Los precios ya eran caros mucho antes de la subida del IVA y no hubo quejas porque se vivía en aquellos años de bonanza económica donde lo normal parecía ser que los precios siempre subieran para mantener una sensación de estatus. Y un cine, o un teatro, no dejan de ser una sala con sillones y a usted le cobra un precio por dejarle sentarse en ese sillón y entretenerle por un par de horas. Otra cosa muy distinta es lo que usted vea en el teatro. Pero esa es otra cuestión, si bien es cierto que si la programación del teatro no es del gusto del público, éste no acudirá por muy subvencionado que esté. Y precisamente el estar subvencionado hace que ni el dueño de la sala, ni los actores, ni los dramaturgos, se esfuercen por crear nada decente y sigan estancados a medio camino entre el destape y el lenguaje grosero de la movida. Da igual lo que se haga porque siempre estará el estado allí para poner dinero donde sólo hay ruina.
El caso contrario sería un teatro con una programación que realmente case con el público sin dejarse seducir por cantos de sirena de desactualizada intelectualidad. Baste comparar la programación de los teatros de Londres con los de Madrid, mucho menos ambiciosa intelectualmente la británica pero aún así mucho más viable económicamente.
Y ya, por último, los museos. ¿Qué museos se cierran? ¿Eran realmente útiles esos museos o eran meros repositorios de objetos en una vitrina con paneles? ¿Es necesario hacer un museo de cada rincón y oficio de la ciudad? ¿No es ésa la función de los antiguos museos de artes y costumbres, o los museos de artes decorativas? ¿Es realmente beneficioso para la ciudad su musealización o no la acaba convirtiendo en un parque temático? ¿No sería más fácil invertir en la formación del buen gusto del público a través de los medios de comunicación y, sobre todo, de la universidad? Para eso último no hace falta dinero, únicamente voluntad para cumplir unos programas que se han quedado anticuados de tanto defender la modernidad, toda vez que ésta ya ha pasado. Porque eso es lo que se hace en otros países.
Por último, y aunque sea políticamente incorrecto decirlo, el mecenazgo en España no existe porque las élites capaces de mantenerlo deben soportar elevados impuestos, una parte de los cuales va precisamente a "políticas culturales", con lo que a su vez aquel queda anulado. Y es que el estado del bienestar tiene un precio.
Un saludo.