La Venencia
En tiempos en que no iba casi nadie, me gustaba sentarme en una mesita de La Venencia (C/ Echegaray, 17) a escribir en mis libretas. La gata del bar acostumbraba a sentarse en mi regazo. En este local que ya casi es centenario, el tiempo parecía haberse detenido. Juan, el antiguo dueño, se tomaba tanto tiempo en servirte el vino que, puede que exagere un poco, pero, si le pedías un vino joven, cuando te lo traía ya era un reserva.
Luego cogieron el bar los hermanos Criado y la verdad es que han sabido mantener la esencia del lugar. No permiten hacer fotos, ni admiten visitas, ni quieren que les saquen en las guías turísticas.
En ciertas páginas de Internet la describen como "la mejor taberna del mundo", aunque no creo que este tipo de títulos contribuyan a mantenerla en su estado puro.
La Venencia es uno de los pocos bares en los que no se puede pedir ese famoso refresco de cola, porque no lo hay. De hecho sólo despachan vino andaluz. Ese vino que solía sacarse de un barril con un cacito de forma cilíndrica llamado "venencia".
Alguna vez he vuelto y de nuevo la gata se me sienta en el regazo. No parece probable que sea la misma gata de entonces, porque han pasado tres décadas largas...aunque, ¡quién sabe!
Foto: C. Osorio
Comentarios
Juan era vecino mio, de la colonia de El Pilar. Fui muy amigo de alguno de sus hijos. Por cierto que una de sus hijas es un prodigio de belleza y simpatía a pesar de ser sordomuda. Los actuales propietarios son, coincido contigo, muy simpáticos, divertidos y gente de principios.
Pero lo mas interesante de La Venencia son sus parroquianos. Mezcla atrabiliaria de todas las ideologías políticas (los sucesivos propietarios pertenecen o pertenecían a opciones políticas totalmente disímiles), funcionarios en excedencia, visitantes procedentes de todos los rincones de España, folklóricas jubiladas, estrafalarios y estrafalarais rastacueros y otra fauna. Los guiris creo que se asustan nada mas asomar la jeta por el establecimiento aunque alguno hay que debidamente acompañado por algún local terminan por conocer el arte de degustar los vinos finos y las exquisitas salazones y embutidos que las acompañan con sus picos correspondientes...
El polvo sobre absolutamente todo debe tener la misma solera que el local.
Saludos,