martes, 26 de mayo de 2015

La Duquesita cierra tras cumplir 100 años



Esta encantadora estatuilla de alabastro, traída de Italia hace 100 años, da nombre a una de las mejores pastelerías de Madrid.
La Duquesita de la calle Fernando VI no solo ha sido uno de los comercios más bellos de Madrid, sino que  ha mantenido viva la tradición de la escuela de pastelería madrileña.


Después de tres generaciones manteniendo viva la pastelería madrileña, la familia Santamaría ha tenido que cerrar. Esperemos que se pueda conservar esta joya que es ya uno de los símbolos vivos de nuestra ciudad.


No corren buenos tiempos para las pastelerías tradicionales. Más de trescientas pastelerías han cerrado en Madrid en los últimos dos años. La obsesión por las dietas, la crisis, la preferencia por los dulces industriales, la falta de apoyo al comercio tradicional están detrás de este fenómeno que sin duda resta calidad de vida a nuestras calles.


Ah, y como dato curioso decir que los innovadores "macarons" se llevan vendiendo aquí desde hace un siglo con el nombre de "suspiros de modistilla".

La Duquesita. C/ Fernando VI, 2. Metro Alonso Martínez.


Fotos: Ramón Rubio Moreno.


4 comentarios:

Anónimo dijo...


http://confiterialaduquesita.es/ generaciones.desde 1920de Arriondas a Avilés.sortean por Pascua un bollo gigante.de varios pisos,de mantecado y figuras..por mor de un colegio.Es de las pocas que quedan de tradición familiar.de cria mi madre,de familia confitera,me mandaba a veces a por algo a la del padre y era un "secreto"( ella tenia dos tías y dos primas con sendas confis....)pero los dulces de la madrileña me privaban(Otro secreto me traía bombones)...Asi que muchas felicidades a esa duquesita..La duquesa de Alba es madrina delos tunos ovetenses.Saludos.Acacia.

Don Bernardino dijo...

Para mí una de las pastelerías más entrañables de Madrid, aunque más plebeya y cercana, era Formentor, junto a la calle de Goya. Tengo grabada todavía en la pituitaria el olorcillo de sus famosas ensaimadas y en la memoria la decoración interior con un mobiliario de madera torneada negra que había permanecido inalterado seguramente desde su fundación. Cuando hace ya bastantes años quise llevar a mis hijos para que compartieran las sensaciones que disfrutaba su padre en la infancia, me encontré con que lo habían cambiado todo para ser sustituido por unos mostradores de aluminio absolutamente impersonales. Y el trato al cliente más cercano al de un Burger King que al de una pastelería familiar. No puedo describir mi decepción. ¿Por qué habrá gente que no sabe valorar lo que tiene?

Anónimo dijo...

Yy Una pena.Habrá que seguir la pista a la gente del obradorlo hacia muy bien.Saludos.Acacia.

Inma_Luna dijo...

Lastima que lo bueno siempre tiene un punto y final.
Saludos