martes, 24 de marzo de 2015

La Casa de Fieras del Retiro, 2.



En los oscuros años de la Guerra Civil, varios animales de la Casa de Fieras murieron por falta de cuidados. Unos años más tarde, con motivo de la Segunda Guerra Mundial, Alemania cedió varias fieras de sus zoológicos que renovaron la población de nuestro Zoo. 


En los años cincuenta y sesenta, la Casa de Fieras del Retiro se convirtió, junto con el Rastro y la Casa de Campo, en una de las atracciones favoritas de las familias madrileñas.

Foto: La pajarera de la Casa de Fieras.

En 1967 había medio millar de animales y se superó la cifra del millón y medio de visitantes.


En esa época los madrileños eran muy aficionados al flamenco.


Aunque, ciertamente, la gran diversión de grandes y pequeños era dar de comer a los animales.

Foto: público ante el foso de los monos.

Especialmente alimentar a los monos, que si no fuera por los saltos que daban, estarían gordos como hipopótamos. 


Los niños aprendían zoología de un modo ameno y didáctico.


Claro que, no todos los chavales se acercaban a los bichos con buenas intenciones. Yo intuía que las vallas y rejas, más que para seguridad del público, estaban para proteger a los animales.


En 1969 comenzó el traslado de los animales al nuevo Zoo de la Casa de Campo, un Zoo moderno y con amplios espacios para los bichos, lejos del hacinamiento que habían padecido en El Retiro.


Esta foto nos muestra el momento en que la jirafa viaja por la calle Alcalá rumbo a su nuevo hogar.


El edificio principal de la Casa de Fieras pasó a ser Junta Municipal del Distrito de Retiro hasta 2013, año en que se convirtió en una de las bibliotecas públicas más agradables de nuestra ciudad.
Afortunadamente, algunas instalaciones de la Casa de Fieras se han conservado para recuerdo y disfrute de los madrileños. Hoy el recinto se llama Jardines de Herrero Palacios. Aunque para muchos seguirá siendo "La Casa de Fieras"






2 comentarios:

Don Bernardino dijo...

Los niños aprendíamos algo más que zoología visitando la Casa de Fieras (siempre la llamaré así). Muy especialmente contemplando el foso de los monos comprendíamos de manera muy gráfica que ni los niños ni los simios vienen de París volando en el pico de una cigüeña. Y que cuando un mono macho no encuentra mona hembra cercana y le acucia la urgencia, tiene una pasmosa habilidad con las manos. Creo que se me entiende. ¡Qué manera de reir!

Anónimo dijo...

Buenos recuerdos SaludosAcacia