La antigua chocolatería de San Ginés
El Pasaje en 1923. Fuente: prensahistorica.mcu.es
La Buñolería-churrería de San Ginés abrió en 1894 en el pasaje del mismo nombre.
En el Madrid del siglo XIX había buñolerías por todas partes, ya que era un tentempié muy solicitado por los madrileños. Hoy la gente que busca un tentempié se compra una hamburguesa, pero en los siglos pasados se solía adquirir un cucurucho de buñuelos de bacalao o de espinacas.
foto hallada en rayosycentellas.net
El escritor Valle Inclán se fijó en este establecimiento y lo nombró como "buñolería modernista" en su obra "Luces de Bohemia".
Bien, el caso es que la vecindad del teatro Eslava proporcionaba muchos clientes que querían saciar el apetito antes o después de la función teatral y eso le dio la idea al propietario de la churrería, hacia 1919, de vender chocolate caliente junto con los churros.
La costumbre de tomar chocolate en Madrid es tan antigua como el descubrimiento de América, que fue cuando los españoles nos maravillamos con este producto. De hecho, el chocolate fue la bebida favorita de nuestras gentes hasta que en el siglo XX se impuso el café.
En el antiguo Madrid era frecuente la existencia de chocolateros ambulantes que vendían esta bebida reconstituyente, especialmente en la Puerta del Sol. Los paseantes y la gente que trabajaba de noche se acostumbraron a tomarlo en las frías madrugadas y de ahí vendría la costumbre de terminar las juergas nocturnas tomando chocolate, una costumbre que alcanza su apogeo en la noche de fin de año.
Hoy la chocolatería de San Ginés abre 24 horas al día todos los días del año y el éxito de su chocolate con churros ha hecho que el propietario se haya lanzado a abrir varias decenas de sucursales en China.
Podéis encontrar más datos sobre la chocolatería y el pasaje en el magnífico blog de Charo Giménez: "Antiguos cafés de Madrid y otras cosas de la Villa".
Y por último, mi propia visión de este especial rincón:
Foto: Carlos Osorio. 2013.
Comentarios
Juventud, divino tesoro.
Un saludo.
RODY
Hola, Rody, divino tesoro, en efecto. Recibir la luz del día con un sorbo de cálida noche.
Recuerdo que era bastante pronto, y esta viejecita estaba pasando por alli...
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