Las tertulias de Madrid
En la sociedad española del XVII, era frecuente que aquellos que presumían de tener grandes conocimientos hicieran frecuentes alusiones a Tertuliano, teólogo del siglo II. De ahí vendría la palabra Tertulia. Las tertulias son reuniones que, con un tono coloquial, se celebran periódicamente en casas o en cafés para hablar de literatura o de política o para compartir ideas, gustos y aficiones.
En España, las tertulias tienen su origen en las Academias del Siglo de Oro. En Madrid fueron famosas a comienzos del siglo XVII la Academia Selvaje y la Academia Mantuana.
La Academia Selvaje o Salvaje, también llamada Del Parnaso, surge en 1612 en la casa que el caballero Francisco de Silva tenía en la calle Atocha. El nombre de Selvaje venía del apellido del anfitrión: Silva. En esta Academia literaria,a la que asistió Miguel de Cervantes, cada miembro debía adoptar un seudónimo relacionado con el amor. Fueron frecuentes los certámenes literarios o justas poéticas. En la Academia Mantuana fue donde Lope de Vega leyó su “Arte nuevo de hacer comedias”. Por otra parte, existían las tertulias teatrales, donde los críticos hablaban de las obras representadas en los corrales de comedias, y hacían frecuentes alusiones a Tertuliano.
Café de Levante. Óleo de leonardo Alenza.
En el siglo XVIII brilla con luz propia la tertulia de los neoclásicos, en la Fonda de San Sebastián, la primera tertulia moderna de nuestra literatura. Dirigía la tertulia Nicolás Fernández de Moratín y asistieron José Cadalso, Iriarte, Samaniego, Meléndez Valdés, Jovellanos, Goya,…y en su última etapa también fueron contertulios varios autores del Romanticismo. En la tertulia se hablaba de literatura, de amores y de toros, de las tragedias italianas y francesas, y su orientación era más bien italianizante que pro-francesa. Estaba prohibido hablar de política. Los autores reunidos allí aspiraban a renovar la poesía, librándola de la tradición barroca, y pensaban crear también un nuevo teatro según los postulados estéticos del Neoclasicismo.
Era frecuente que los nobles convocaran en sus palacios a los escritores para que recitaran sus obras. Algunos, deseosos de diversión, citaban a escritores enemistados entre sí por el gusto de verles discutir.
La creación de Sociedades Económicas de Amigos del País a fines del siglo XVIII facilitó la creación de tertulias. Por su parte, la difusión de la prensa escrita, que se solía leer en los cafés y casinos, animó la charla y el debate en torno a la actualidad.
Las sociedades patrióticas, generadas en el breve período de libertad que supuso el Trienio Liberal (1820-1823), impulsan el auge de las tertulias madrileñas. En casi todos los cafés vibran encendidas las voces de los liberales y también de los conservadores. Tras la tiranía de Fernando VII renacen las tertulias.
Tertulias en un café madrileño
Entre 1830 y 1849 tiene lugar una de nuestras tertulias literarias más importantes, la del Parnasillo, que congregó a los poetas románticos en el Cafetín del Príncipe. Este café, situado junto al Teatro del Príncipe (hoy teatro Español), congregó a decenas de escritores, entre ellos: Larra, Espronceda, Zorrilla, Bretón de los Herreros, Ventura de la Vega, Mesonero Romanos, etc. El cafetín del Príncipe era largo y estrecho y carecía de toda comodidad. Sin duda los románticos lo eligieron precisamente por su carácter decadente y porque allí nadie los importunaba. Tras las tertulias, algunos escritores se dedicaban a gastar bromas a los sufridos paseantes del Madrid nocturno.
Lectura de Ventura de la Vega en el Teatro del Príncipe.
En 1837 se constituye el Casino de Madrid, escenario de las tertulias de la clase dirigente. En la segunda mitad del XIX y durante el primer tercio del siglo XX las tertulias de la buena sociedad proliferan en los salones de los palacios madrileños (Palacios de Parcent, de Bauer, del marqués de Monistrol, Casas de las marquesas de Bolaños y Esquilache, Casa de Emilia Pardo Bazán…) En estas reuniones se combina la tertulia con recitales de poetas y actuaciones de músicos y cantantes. En los cafés públicos no estaba bien vista la participación de mujeres en las reuniones, por ello Concepción Arenal tuvo que vestirse de hombre para poder asistir a la tertulia del Café Iris. Las tertulias de las peñas taurinas fueron muy numerosas en los cafés y tabernas de Madrid. Otro tipo de tertulias se ha celebrado tradicionalmente en las reboticas de las farmacias (caso de la farmacia Deleuze) o en la trastienda de las librerías (caso de la librería Moya).
Tertulia de Jacinto Benavente en el Café de Lisboa. Foto Marín.
Los cafés históricos de Madrid, tristemente desaparecidos en su mayor parte, congregaron a escritores, artistas y amantes del saber. Fueron célebres las tertulias del café de Fornos, el café Suizo, el café Colonial, la Granja del Henar, el café de Las Columnas, el café de La Montaña...En el inicio del siglo XX, el Nuevo Café de Levante congrega a numerosos tertulianos. En palabras de Valle-Inclán: “el Café de Levante ha ejercido más influencia en la literatura y en el arte contemporáneo que dos o tres universidades y academias”. Valle-Inclán ha sido el tertuliano por excelencia de nuestra literatura. En su última etapa frecuentaba la tertulia de La Cacharrería, en el Ateneo.
La tertulia de Pombo. José Gutiérrez Solana
Quizás la tertulia más conocida de nuestro siglo XX haya sido la que tuvo Ramón Gómez de la Serna en el café-botillería de Pombo, tertulia inmortalizada en el famoso cuadro de Gutiérrez Solana. En el café del Prado, cerca del Ateneo, se sentaron en distintas épocas Bécquer, Ramón y Cajal, Menéndez y Pelayo, Buñuel o Lorca. En la cervecería de Correos se reunía García Lorca con otros poetas de la Generación del 27.
Tertulia de Valle-Inclán.
En el entrañable Café Lyon, incomprensiblemente transformado en pub irlandés, se congregaban varias tertulias: la de José Bergamín, la del banco azul, formada por miembros del gobierno de la República, la de Pittaluga, la de Valle-Inclán, o la de la Ballena alegre, de los falangistas. En el otro Lyon, “El Lyon D´or” se reunía la tertulia de los narradores de la generación de 1955, presidida por Antonio Rodríguez Moñino. Allí se citaban Rafael Sánchez Ferlosio, e Ignacio Aldecoa, entre otros.
Con la llegada de la Democracia, resurgen con fuerza las tertulias. En la Transición se crearon en Madrid nuevos cafés que reproducían el modelo de los desaparecidos cafés decimonónicos. Cafés como el Ruiz, el Manuela, el Despertar, La Aurora, el Central, etc. En Malasaña se reúne la tertulia de los presocráticos, a la que asisten Agustín García Calvo y Fernando Savater. Isabel Escudero, por su parte, creó la tertulia sobre el amor. La tertulia del Café Gijón congrega a escritores como Manuel Vicent o Francisco Umbral. Las tertulias inundan las emisoras de radio, permitiendo a muchos miles de oyentes incorporarse a estas charlas que salen de los cafés para expandirse a través de las ondas. Las tertulias audiovisuales marcaron la época de la Transición y de las primeras décadas de libertad.
Tertulia de artistas y escritores en el pub Seis Peniques. Foto Carlos Osorio.
Actualmente en Madrid parece haber un cierto déficit de tertulias importantes, al menos en lo que se refiere a las tertulias literarias tradicionales. Con todo, sigue habiendo tertulias de interés. Entre las que yo conozco destacaría la tertulia de artistas, con el filósofo Ilia Galán, la tertulia de viajes de Jesús Sastre, así como varias tertulias de cine o de política.
En el Madrid actual no es fácil la tertulia, en primer lugar por el ritmo acelerado y estresado de nuestra sociedad y en segundo lugar porque es realmente difícil encontrar un lugar que reúna el sosiego necesario para la conversación. El nivel de ruido en nuestros bares y cafeterías es atronador. El mayor número de tertulias en el Madrid de comienzos del siglo XXI se concentra en dos espacios: el Ateneo madrileño de la calle del Prado y el Café Comercial de la glorieta de Bilbao.
Comentarios
espero acudir a ella cuando tenga un pc decente
para rehacer mi ruts tertuliana,que frnecio con el xp
y muerte subota de otro pc.,ahora con el móvil,es un...eso,...hacer algo.Saludos Acacia.
Hombre, don Bernardino, no te falta razón, pero hacer una tertulia literaria por wasap es algo poco menos que surrealista. Yo quiero vivir la vida de manera presencial.
Saludos, Acacia!